domingo, 13 de abril de 2008

EL DIARIO LAS AMERICAS SE HA RAJADO




Carta a los intelectuales cubanos
Por Uva de Aragón Publicado en el Diario Las Américas el día 3 de abirl.




Cuando esta columna se publique, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) estará celebrando en La Habana, del 1 al 4 de abril, su VII Congreso, el primero en una década. Según la prensa, participarán 400 de sus miembros, y su objetivo principal será impulsar “cambios sustanciales” en la vida cultural de la isla. En debates previos se han discutido demandas como acceso al Internet y el fin de las trabas para viajar fuera de la isla. El escritor Miguel Barnet, autor, entre otros, de dos libros que son ya clásicos de nuestras letras “El cimarrón” y “El gallego”, y presidente el comité organizador del congreso, ha declarado: “Queremos un UNEAC abierta, flexible, dinámica, que impuse la cultura cubana al interior y al exterior”.

Desde la otra orilla de Cuba, me dirijo a mis compa triotas de la UNEAC para brindarles mi apoyo y estimularlos a ampliar su agenda. Por casi medio siglo la cultura cubana, ya sabemos, ha estado escindida. La Revolución le echó la llave a la isla, y muchos quedamos fuera, no sólo físicamente, sino fuera del juego, los diccionarios, editoriales, publicaciones. A medida que pasaron los años, creció el número de los que asumieron el camino del exilio. Por mucho tiempo los de fuera padecimos la separación del ambiente cultural propio y las puertas cerradas de muchas editoriales para las que residir en la isla era el rasero principal al medir la calidad literaria de los escritores. Los que se quedaron tuvieron la caja de resonancia de la revolución, ganaron fama mundial y ediciones de sus libros. En muchos casos, con sobrados méritos. Ni el son se fue de Cuba ni tampoco todo el talento . Con el tiempo, sin embargo, hemos comprendido que en muchos aspectos, todos perdimos. Si los exiliados sufrimos sin Cuba, Cuba sufrió sin nosotros. Todo el que se fue dejó un vacío. Los que se quedaron pagaron también un precio alto: navegar las procelosas aguas de una revolución que exigía lealtad absoluta.

Ya todo esto los sabemos en ambos lados. Como se entiende ya que la literatura cubana es una, independientemente del lugar de residencia de sus autores. Por eso en Cuba reclaman desde hace algunos años el patrimonio de muchos escritores que murieron (y otros que viven) en el exilio, e igualmente crucial, de aquellos de la República cuyas obras fueron olvidadas porque se quiso hacer creer que la historia comenzaba el 1 de enero de 1959. Ya los intelectuales de todas las orillas de una Cuba transnacional se van uniendo poco a poco en antologías, revistas, congresos y correspondencia electrónica.

Quedan heridas, y algunos de este lado insisten en recalcar posiciones que consideran serviles de ciertos intelectuales cubanos en la isla. No seré yo quien los juzgue, ni tire ni la primera ni la última piedra. Cada cual con su c ircunstancia y su conciencia. Ahora sólo debemos pensar en unirnos para el bien de Cuba y su cultura.

No hablo más que por mi misma, pero envío de todo corazón mi apoyo a este congreso en su esfuerzo de buscar nuevos bríos a la UNEAC y mejores condiciones de vida para los intelectuales, que no sólo de poemas viven los seres humanos. Cuenten con mi colaboración para hacerles llegar libros de la diáspora a las principales biblioteca, organizar encuentros de escritores de ambos lados, en Cuba o fuera de la isla, y para cualquier otra cosa en que pueda ser útil.

Sean firmes. Tienen que acabarse ya para siempre los pavonatos y las intimidaciones. En su lista de peticiones no olviden incluir a todos los intelectuales y artistas cubanos. Los que ya tienen nombre y publicaciones, recuerden a las nuevas generaciones y luchen por ellas también. Apoyen a los jóvenes que de Pinar del Río a Oriente carecen de acceso a fuentes propicias para saciar su sed de conocimientos. Piden a gritos escribir blogs, estudiar filosofía, consultar bibliografías, ver fotos de intelectuales cubanos de este siglo cuyos rostros no conocen. Eso al menos merecen.
Y en el nuevo espíritu de cambios, aboguen asimismo por la libertad de expresión de todos los periodistas, de todos los cubanos. Muchos de ustedes conocen los mecanismos de autocensura. Respeten el valor de los que expresan ideas diferentes y pagan hoy incluso con la cárcel. Una declaración general sobre la libertad de expresión, viniendo de la UNEAC, sería un gran paso de avance. Tampoco sólo de pan y mantequilla se puede vivir.

Entre ustedes hay muchos que admiro, quiero y considero amigos. Pese a las diferencias, he encontrado que es mucho más lo que nos une que los que nos divide. Les deseo a todos un Congreso productivo. Entre sus miembros abunda la inteligencia y el prestigio para convertir a la UNEAC en un vehículo de cambio hacia esa Cuba mejor que todos soñamos. -->

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