lunes, 18 de enero de 2010


El día que regañaron al cineasta








Enviado por ei en Enero 18, 2010 – 11:33 am


Emilio Ichikawa

Si yo hubiera sabido que las amistades de la escuela iban a ser LAS amistades, no me hubiera dejado quitar la merienda sino que la hubiera regalado. Trajín por voluntad, por libre decisión.

Uno de mis grandes amigos en esta fosilla altiva que es Miami es Emilio Oscar Alcalde. De hecho, el Emilio (no el email) es él. Cuando estoy en su casa y Josefina dice “Emilio”, ni presto atención: Llaman a otro.

Hace muchos años, en Ceiba 4 (ESBEC Vicente Pérez Noa), ambos trabajamos en un campo de fresas que dirigía un “el tío de campo” Leoncio. Kessel, Conrado, Gregorio, René… estaban con nosotros. Hace unos meses, en Homestead, volvimos a recoger fresas. Esta vez para Gabriela, su hija.

En City of Homestead, que alguna gente envidiosa juzga como “lugar muy lejano”, hay un rodeo inscrito en el circuito nacional. Los que vieron Borat saben que en Texas hay otro. Después de una competencia Gabriela (que estudiará cine en New York) estuvo haciendo unas fotos a los objetos abandonados en el parqueo. Él trató de indicarle y recibió un gran regaño. Es la primera vez que observo que Emilio se subordina a alguien.

-FOTO: Gabriela Alcalde en el Rodeo de Homestead: emilioichikawa

-PS: Imagino la envidia que sentirá Iván de la Nuez cuando lea esto. Debe venir de paseo. Para Armando de Armas, Alvarito y Aimée (que acento más incómodo), que eso de que el exilio no deja buenos quereres es algo relativo.

Nota de Villagranadillo: Emilio Ichikawa lleva en su ser sangre nipona. Solamente hay que verlo y escucharlo para darnos cuenta. Y él ha encontrado en Homestead el sitio por excelencia para serle fiel a sus antespadados de una parte. Me refiero a su fascinación por el Homestead lleno de verdor y naturaleza. Es la persona que en estos pasados días tan fríos salió del abrigo caliente de su hogar para fotografiar una arboleda de güiras y decirle al mundo: A estos no hay frío que los amelle". Ojalá Emilio se embulle, se ponga los zapatos de Jack London y haga algunas crónicas de ese paradisíaco Homestead que no conocemos. Su entorno.

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