El mexicano Diego Rivera era de los pintores favoritos de Abby, la de Nelson Rockefeller, así que finalmente recibió el encargo de pintar un mural gigante para el gigantesco vestíbulo del Rockefeller Center, que acababa de erigirse en Nueva York. La pretensión de Rockefeller era que los visitantes hicieran un alto en el camino y se detuvieran a pensar. Dicho y hecho: el indómito Rivera creó ‘El hombre en el cruce de caminos’ un mural lleno de simbolismo, guiños al comunismo, en el que aparecían Trotsky, Lenin y el mismísimo Marx. Todo ello en la entrada del cuartel general uno de los mayores iconos del capitalismo. El mecenas intentó que Rivera reemplazara la cara de Lenin por la de un trabajador anónimo, pero el pintor se negó. El mural fue finalizado el 22 de mayo de 1933 y fue inmediatamente cubierto por una lona. Ocho meses después, a principios de 1934, Rockefeller ordenó a los obreros que destruyeran el mural, una acción que fue calificada como “vandalismo cultural” por el mexicano. Por fortuna, un asistente de Rivera había fotografiado el proceso de elaboración del mural, y Rivera pudo usar las imágenes para repintar la obra, aunque a mejor tamaño, en el Palacio de Bellas Artes de México DF, donde fue renombrado como ‘El hombre, controlador del Universo’, según cuenta Wikipedia. Ahora el controvertido mural de Rivera, así como otros cuatro ciclópeos frescos del pintor, podrán verse de nuevo en Nueva York, concretamente en el MOMA. |
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