El
camino está enlodado,
el
trote de la noble bestia
se
escucha,
y
con los labios resecos por el aire: va él...
Hará
hoy,
lo
que hizo ayer,
lo
que hará mañana.
Entrará
otra vez -como sin darse cuenta-
en
la apacible extensión del monte.
Captarán
sus retinas
con
naturaleza cierta,
las
hierbas de guinea espigadas ya.
Verá
nuevamente
los
verdes cañaverales al fondo:
detrás
de las alambradas cercas de Piñones.
Verá,
también,
el
ganado pastando indiferente
con
su lento y acompasado paso hacia el abrevadero,
y
otros que
debajo
de algarrobos y guásimas
rumian
la bondadosa gramínea.
Y
bastará el voceo:
familiar
y agudo,
para
que instintivamente ¡todos!
Sin
prisa pero decididos vayan
hacia
el quitipón.
Es
el mes de octubre:
mes
de las lluvias,
de
las tormentas tropicales.
Los
cascos del alazán
pisan
las charcas de agua.
Se
mojan las botas,
las
espuelas,
del
recogedor de reses.
Poema
del Libro DESHEREDADOS
Autor
Manuel Prieres
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