sábado, 25 de abril de 2015

OPINIONES DESPUES DEL 12-17-14 (ERWIN DORADO : PUNTO FINAL)

PUNTO FINAL
El presidente Obama no sólo ha polarizado a EEUU, sino también al exilio cubano en este país. Antiguamente la comunidad cubana en EEUU pensaba y actuaba casi monolíticamente. Eran en su mayoría verdaderos refugiados políticos, eran dolientes, es decir, personas a quienes el régimen dictatorial cubano había asesinado un padre, un hermano, o habían sufrido en carne propia persecución, encarcelamiento, o despojo de propiedades y futuro en su misma patria. Podían categorizarse como parias. Después del Mariel todo cambio drásticamente, comenzaron a arribar personas menos o nada comprometidas políticamente con la oposición a Castro. La inmigración pasó a tener mayoritariamente un carácter económico. Tan es así que hoy en día la lotería de visa se la puede ganar desde un antiguo miembro del partido comunista hasta un ex coronel del Ministerio del Interior, la represiva polícia política cubana. Miami está lleno de esos tipejos, y ni qué hablar de su descendencia. Hay más hijos de generales, coroneles, comandantes, capitanes y tenientes de las Fuerzas Armadas y el MININT viviendo en Miami que hijos de disidentes aún en Cuba. Se trata por tanto de individuos que directa o indirectamente todavía siguen atados al régimen, unidos a esa desalmada tiranía por el mismísimo cordón umbilical, sanguíneamente. Y lo más interesante, están agradecidos de la Revolución y les importa un bledo, como buenos hijos de sus padres y madres, el dolor y la queja de sus víctimas. Estos constituyen los elementos más proclives a alinearse con el partido Demócrata por su política de apertura hacia la dictadura. Son los que te dicen, argumentando: "hay que superar los agravios del pasado, el rencor y el odio", como si la represión y las ofensas en Cuba hubieran cesado, como si toda esa impostura humana fuera cosa realmente del pasado. Sin embargo, y aquí está lo curioso, no son capaces de decirle lo mismo a los agresivos partidarios del régimen, y cuando pálidamente se aventuran a decir algo, lo hacen sin mencionar el nombre de Fidel o Raúl. No, eso es tabú, entonces usan un lenguaje casi metapoético, digno de un Góngora o un Dadá. Ahora, eso sí, vociferan obscenamente en las redes sociales contra los que piensan diferente a ellos como si estuvieran en un "acto de repudio" en su país. Han llegado incluso --es lo que hizo un conocido mío radicado aquí en Miami, que va descontento y amargado de un lado a otro como una gallina loca que no sabe dónde poner el huevo-- al colmo de proponer que los que no estén de acuerdo con la política de Obama y quieran justicia que se vayan a Cuba a pedírsela a Raúl. ¿Hace falta extender el comentario? No, punto final.


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