domingo, 23 de septiembre de 2018

EL CATECISMO DEL REVOLUCIONARIO por Sergei Nechaev

Foto de Sergei Nechaev

El catecismo del revolucionario
Por Carlos Ripoll


"El catecismo del revolucionario" se repartió en 1870 entre los partidarios de Nechaev; dos años más tarde se tradujo al francés por los marxistas para desacreditar el anarquismo; y otra vez apareció en ruso en 1906 y en 1924. La primera traducción al inglés es de 1939, en el libro de Max Nomad, Apostles of Revolution, y en 1957 en el de Robert Payne, The Terrorists; y entre 1969 y 1971 el Black Panther Party hizo tres ediciones en Berkeley, California, con una introducción de Eldridge Cleaver, quien dijo en Soul on Ice que se había "enamorado" de la doctrina de Nechaev y que puso en práctica sus rudezas al tratar a los demás; otra es de Londres, de la Kropotkin Lighthouse Publications; y también sirvió de guía para el Ejército Rojo y los miembros del Symbionese Liberation Army.

En cuatro secciones está dividida la parte de "El Catecismo" que aquí interesa, donde se prescriben "La reglas de conducta del revolucionario": en la primera se expone cuál ha de ser "la actitud del revolucionario respecto a sí mismo"; la segunda, en relación con "sus camaradas"; la tercera, respecto a la sociedad; y la última, con "el pueblo" (en un sentido más amplio, la nación). Puesto que no se ha podido conseguir para este trabajo una versión en español de "El Catecismo", los pasajes que siguen son traducciones de lo que aparece en el libro de Michael Confino, Violence dans la violence; le débat Bakounine-Ne_aev (1973); y de la versión en inglés del libro de Philip Pomper, Sergei Nechaev (1979):I.

- 1) El revolucionario es un hombre en principio ya condenado. No puede tener ni intereses particulares, ni asuntos privados, ni sentimientos, ni amistades, ni pertenencias, ni siquiera un nombre. Todo lo somete a un solo interés con exclusión de otro, a un pensamiento único, a una pasión: la revolución.

2) En el fondo de su ser, no solamente en palabras, sino en actos, rompe todo nexo con el orden público, con el mundo civilizado, con las leyes, con las convenciones sociales y las reglas morales. El revolucionario es un implacable enemigo de ese mundo, y continúa viviendo en él con el único propósito de destruirlo.

3) El revolucionario... no conoce más que una ciencia, la ciencia de la destrucción... Su fin no es más que la destrucción más rápida del inmundo régimen al que se opone.

4) El revolucionario detesta la opinión pública. Desprecia la moral actual de la sociedad en todas sus formas y manifestaciones. Para un revolucionario es moral todo lo que contribuye al triunfo de la revolución, y es inmoral y criminal todo lo que la detiene.

5) El revolucionario es un hombre perdido, sin piedad ante el Estado y ante la sociedad instruida... Entre él, de una parte, y el Estado y la sociedad, de la otra, existe una guerra, visible o invisible, pero permanente e implacable: una guerra a vida o muerte. El revolucionario debe aprender a resistir la tortura.

6) Severo consigo mismo, debe de ser igualmente duro con los otros. Todos los sentimientos tiernos que afeminan, como los lazos paternos, la amistad, el amor, la gratitud, el honor mismo, deben sustituirse por la fría y única pasión de la causa revolucionaria. Para él no hay más que una sola alegría, un solo consuelo, una sola recompensa y satisfacción: el triunfo de la revolución. Noche y día no debe tener más que un pensamiento, un solo objetivo: la destrucción sin piedad. Aspirando fría e infatigablemente a ese fin, tiene que estar dispuesto a perecer y a destruir con sus propias manos todo lo que demore el triunfo revolucionario.

7) Su verdadera naturaleza debe excluir todo romanticismo, toda sensibilidad, entusiasmo o deseo. Ella excluye hasta el odio y las venganzas personales. La pasión revolucionaria llega a ser en él una segunda naturaleza, y en cada instante debe estar ligada a un cálculo frío. En todas partes y siempre no debe seguir sus inclinaciónes sino todo lo que es de interés general para la revolución.
8) Sólo el que ha probado con actos que es un revolucionario como él, puede llegar a ser su amigo y camarada. El grado de amistad y de devoción estará determinado únicamente por el grado de utilidad en favor de la causa de la revolución real y destructiva".


"11) Cuando cae un camarada, el revolucionario, al decidir si lo salva, no debe tomar en consideración sus sentimientos personales, sino nada más que el beneficio de la causa de la revolución.


"III.- 13) El revolucionario no se introduce en el mundo político y social, en el mundo que se dice instruido, ni vive en él sino con la fe de su más completa y pronta destrucción. No es un revolucionario si tiene compasión de algo en ese mundo. Él debe poder destruir las situaciones, las relaciones y las personas que pertenecen a ese mundo... No es un revolucionario si algo le detiene la mano.

14) Con el propósito de la destrucción sin piedad, el revolucionario puede, y con frecuencia debe, vivir una vida normal en sociedad, simulando ser lo que no es. El revolucionario tiene que penetrarlo todo, en todas las clases sociales.

15) Esa sociedad inmunda debe ser dividida en varias categorías. La primera está formada por los que sin demora están condenados a muerte.

16) En la preparación de esa lista, y la que después sigue, el revolucionario no debe guiarse por la maldad de la persona, ni por el odio que se le tenga. La maldad y el odio pueden en parte y de manera temporal ser útiles para excitar la revolución popular. Uno debe guiarse por la cantidad de beneficios que le traiga a la causa revolucionaria su muerte. De esta manera uno debe destruir primero a los que dañan la causa, y cuya muerte inmediata y violenta puede generar miedo en el gobierno que así queda privado de una figura enérgica e inteligente.


17) La segunda categoría debe incluir a aquellos individuos a los que se les concede vivir de manera provisional a fin de que con sus actos monstruosos empujen al pueblo a una rebelión.


IV.- 22) La Asociación [revolucionaria] no tiene otro objetivo que la completa liberación y felicidad del pueblo, de la clase trabajadora. Pero con el convencimiento de que esa liberación y el logro de esa felicidad no son posibles más que por medio de una revolución popular que tiene que destruirlo todo, la Asociación se dedicará con todas sus fuerzas y recursos a desarrollar y extender las desgracias y los males que deben agotar la paciencia del pueblo a fin de empujarlo a un levantamiento popular.

23) Por "revolución popular" no entiende la Asociación un movimiento reglamentado y según el modelo clásico de Occidente... La única revolución que puede salvar al pueblo es la que destruya radicalmente el Estado y que suprima todas las tradiciones y estructuras estatales que operan en la sociedad clasista de Rusia.

24) Nuestra misión es la destrucción terrible, general, sin piedad y sin contemplaciones (del Estado y de la sociedad).

25) Por lo tanto, para acercarnos al pueblo, debemos unirnos a ese segmento de la población (que ha sufrido) de la aristocracia, la burocracia, el clero; contra los comerciantes, los latifundistas y los campesinos ricos y explotadores. Debemos unirnos al atrevido mundo de los delincuentes, los únicos auténticos revolucionarios en Rusia...
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