sábado, 25 de abril de 2020

EL ESTADO VATICANO Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL REGENTEADO POR LA ONU



DOCUMENTO DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA JUSTICIA Y PAZ

El Vaticano propone crear una «autoridad pública mundial» para controlar el sistema financiero

Invita a abrir un proceso constituyente a partir del sistema de Naciones Unidas



CRRESPONSAL EN EL VATICANO  Actualizado:GUARDAR
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Ante la catástrofe causada por la excesiva desregulación de los mercados financieros y la imposibilidad de resolverla a nivel nacional, el Vaticano renovó esta mañana la propuesta de «Autoridad política mundial» formulada por Benedicto XVI en su encíclica «Caritas in Veritate» del 2009, pero añadiendo un ambicioso proyecto constituyente para llegar a crear un gobierno mundial tomando como punto de referencia el sistema de Naciones Unidas.
El documento de 16 páginas presentado este lunes por el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson ofrece un diagnóstico económico e ideológico muy claro sobre las causas de la crisis financiera y llega a una conclusión evidente: el problema sólo puede ser resuelto a nivel global, por lo que es imprescindible comenzar a construir una «Autoridad política mundial». Sus propuestas se dirigen de modo inmediato al G20 de jefes de Estado y de Gobierno en Cannes el 3 y 4 de noviembre, pero van mucho más allá: quiere abrir un debate en todos los países, en las instituciones internacionales y en las universidades.
Este debate social resulta más importante cuando los líderes políticos de los principales países occidentales están debilitados, precisamente por la tímida gestión de una crisis que sigue


«la Iglesia descubrió la justicia social y los fallos del capitalismo mucho antes que los “indignados”»

agravándose a ojos vistas en su dimensión y sus consecuencias sobre las personas. Según el economista Leonardo Bechetti, que participó en la presentación del documento: «ante la debilidad de la banca, salieron al rescate los gobiernos que, al hacerlo, se han debilitado. Es como una transfusión sanguínea en la que el donante termina peor que el enfermo inicial». Y a expensas del dinero público.



El documento afirma decididamente que «no hay que tener miedo a proponer cosas nuevas, incluso aunque puedan desestabilizar equilibrios de fuerzas preexistentes que dominan a los más débiles». En tono de broma, el cardenal Turkson comentó que «la Iglesia descubrió la justicia social y los fallos del capitalismo liberal mucho antes que los “indignados”. Por otra parte, discrepamos en cuanto a los métodos».

Estado, útil pero ineficaz

Aunque el Vaticano no quiere presentar un proyecto demasiado elaborado, sino abrir un debate, su documento propone mantener los mercados financieros libres pero disciplinados por un cuadro jurídico en el que incluye cuatro elementos: crear una «Banca Central Mundial», establecer un Impuesto sobre las transacciones financieras (Tobin tax), crear un Fondo mundial de recapitalización bancaria, y separar claramente las reglas de banca comercial y de banca de inversiones.
El documento propone superar el cuadro internacional «westfaliano» (surgido de la Paz de Westfalia en 1648) que dio lugar a los estados nacionales. El estado nacional sigue siendo un instrumento muy útil, pero es ineficaz frente a problemas globales, como se vio con la contaminación atmosférica hasta que surgieron los acuerdos de Kioto. Por otra parte, la creación de una sociedad civil global permite abordar ya la creación de un gobierno mundial, que no debe entenderse como enemigo de la democracia sino como garante de los derechos de todos en áreas que desbordan la capacidad de control de los estados nacionales.
El cardenal Turkson reconoció que la actividad de algunos grupos de estados como los que se reúnen a título de G8 o de G20 puede resultar beneficiosa a corto plazo, pero deja siempre atrás a los países más débiles y resulta en todo caso limitada.
El documento no lleva la firma ni el aval del Papa, por eso está abierto totalmente al debate, pero responde a indicaciones de Benedicto XVI a lo largo de los últimos anos, especialmente en su discurso a las Naciones Unidas de 2008 y la encíclica «Caritas in Veritate» del 2009.



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