Tuesday, August 23, 2011

ROCKYS-MANDARRIAS-DECLARACIONES-SOLIDARIDAD EN LA TORRE DE LA LIBERTAD.





Sunday, August 21, 2011

Part II -PABLO MILANES: ¡GO HOME!

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http://www.youtube.com/watch?v=qM7rbAuRx5E

MASTINES DE "LA BRECHA GENERACIONAL" LANZADOS EN MIAMI: ERNESTO MORALES


Por Ernesto Morales

¿Quién le habría dicho al patriarca Fidel Castro que en su otoño encontraría un aliado para derogar la Ley de Ajuste Cubano, y no entre sus voceritos de cerebros almidonados en ciertas izquierdas del mundo, sino entre las mismísimas filas del ultra-derechismo miamense? Si tuviera fuerzas para ello, el Comandante estaría saltando en un solo pie.

Como siempre, al viejo zorro de la política caribeña todo le sale bien: le nace un impensado ayudante cuando él llevaba años clamando contra una ley que favorecía a quienes huían de su paraíso socialista; cuando ya había perdido casi toda su saliva denunciando las bondades y libertades que recibían aquellos que, sea por persecución política, sea por hartazgo del estómago, habían escapado hacia el vecino norteño. Justo entonces, le llega el refuerzo, camuflado con piel de enemigo.

Claro está: cuando uno aporrea a sus hijos en casa, lo menos que quiere es que encuentren auxilio en la casa de al lado.

Preguntarse si el legislador republicano David Rivera pensó en esto a la hora de redactar su propuesta para restringir el movimiento de miles de emigrados a Estados Unidos, es ocioso. Primero, porque a juzgar por la infeliz redacción del documento, el congresista cubanoamericano no puso mucha neurona en él. Y segundo, porque si lo pensó, se dijo para sí: “Lo que importa no es proponer algo serio y valedero. A mis votantes de cuchillo en boca, mejor contentarlos con una enmienda recalcitrante, y que vengan las elecciones”.

Triste pero cierto: a pesar de que cada día el panorama de exiliados cambia, pierde el fragor del fanatismo ciego –justificado o no, pero fanatismo al fin- ; a pesar de que las multitudinarias manifestaciones que despedían un odio cavernario se han restringido a seis pobres diablos que divierten a la comunidad local; y a pesar de que cada vez son más los cubanos jóvenes que se cansan de jugar el juego del distanciamiento que tan bien les viene a los sátrapas de la Isla y a los portadores de mandarrias en Miami, están por llegar aún los tiempos en que la mesura política rija los destinos del sur de la Florida.

Congresistas como David Rivera siguen representando al exilio cubanoamericano, cosa no demasiado halagüeña.

¿Por qué? Pues porque la evidente intención de avivar las llamas separatistas, el esfuerzo por complacer a un sector de Miami que hace mucho perdió todo contacto con la Isla, y no tiene ya una madre que visitar, un hijo al que soliviantar; las argucias empleadas por legisladores republicanos como él y como Mario Díaz-Balart para impedir que los cubanos decidan cuántas veces visitan a su país y cómo ayudan a los suyos, ya raya en lo grotesco. Y al menos a mí, demócrata de pensamiento y de convicción, eso me avergüenza no poco.

Primero: nadie cometería la ingenuidad de asumir que Rivera desconoce la Ley de Ajuste. Ese es el ABC. Entonces, Rivera conoce muy bien que esta ley en realidad no surgió, según él se ha encargado de promulgar, para proteger a los refugiados políticos, sino sencillamente para ajustar el status migratorio de los 258 mil 317 cubanos que vivían en Estados Unidos en 1965 y que no podían regresar a su país, ergo había que legalizarlos.

De ahí se desprende que llevar la discusión sobre la ley a un plano de “yo te di esto a cambio de esto otro, si no cumples esto otro te retiro lo que te di”, léase: “te ajusté legalmente en Estados Unidos a condición de que no volvieras a tu país, si regresas a tu país antes de que lo que yo estime, te retiro el ajuste”, solo puede entenderse como una hábil manipulación que descubre un pensamiento prestamista, usurero, bien alejado del sentir de una nación que fundó sus bases sobre el respeto a la individualidad.

En segundo lugar: tomemos algunas declaraciones televisivas del representante Rivera, y guardémoslas con esmero. Servirán para ejemplificar en el futuro qué definiríamos como cinismo puro y duro. Preguntado sobre qué pensaba de los cientos de miles de exiliados a quienes se les afectaría visitar a un familiar enfermo, a quienes se les dificultaría regalarle dos semanas de alivio a la nostalgia, el congresista apuntó, palabras más palabras menos: “Mi compromiso es con los 11 millones de cubanos que sufren en la Isla”.

De antología. David Rivera nació en New York, jamás ha pegado un pie en Cuba, y nos dice a los cientos de miles que tenemos a los nuestros allá, que somos de allá, que él piensa más en ellos que nosotros mismos.

Pero lo peor de estas artimañas legislativas, lo más lamentable de la escalada que comenzaron a inicios de este año Bob Menéndez y Marco Rubio, que continuó Mario Díaz-Balart, y que encarna ahora con energías redobladas David Rivera, en cuanto a limitar de una u otra forma que los cubanos decidan qué hacer con su dinero y con sus vacaciones, es lo que provocan entre los propios emigrados: una división catastrófica, una eterna espiral de ataques, difamaciones, agresiones verbales, que nada tienen que ver con el ejercicio de la democracia, y sí mucho con los rezagos totalitarios que dicen combatir.

Cada día pongo menos en duda que este pensamiento no tiene interés alguno de evolución. Se gusta a sí mismo. Se mira al ombligo, y con decir “prohibido olvidar” siente que exhala una máxima para esculpir en piedra.

Se trata, por suerte, de una facción retrógrada que cada día se queda más sola. Veamos:

1. No es una corriente que esté a tono con los disidentes cubanos en su inmensa mayoría. Salvo rarísimas excepciones, el grueso de los opositores dentro de la Isla aprueban que los emigrados viajen cuando quieran, y ayuden a los suyos como quieran. Si no, a buscar las declaraciones de Dagoberto Valdés, Yoani Sánchez, Laura Pollán, Oswaldo Payá, el valiente sacerdote José Conrado, y casi todo el que tiene algo para decir.

2. No está a tono con los disidentes excarcelados que hoy viven en España o en Estados Unidos. He conversado de una u otra forma con la mayoría de ellos: todos arquean las cejas cuando comprueban que de este lado hay algunos que pretenden emular con el establishment cubano en cuanto a restricciones a la libertad.

3. No está a tono con los artistas e intelectuales más brillantes y respetados del propio exilio: ni Willy Chirino, ni Carlos Alberto Montaner, ni Donato Poveda, ni Enrique Patterson, ni Amaury Gutiérrez, ni Emilio Ichikawa, ni un largo etcétera de hombres de pensamiento y obras notables, defienden el distanciamiento con los cubanos “de allá”, como lógica elemental de quienes abogan por el fin de una historia cargada de distancias, y sobre todo: por la defensa de la libertad en su concepto más primario.

4. Y por último, peor aún: está profundamente divorciada de la generación de cubanos –entre los cuales me incluyo- que gústeles a ellos o no, les ruede por la garganta o no, por leyes de la biología serán los responsables del futuro de Cuba. Divorciados lo mismo de los cubanos jóvenes que pueblan hoy a Miami, que de los que pueblan a la Isla. También en esto el extremismo derechista del exilio se da la mano con el extremismo totalitario cubano: no respetan a quienes les sobrevivirán.

Por eso cada día desconfío más, no solo de la moral y la pureza de intenciones de estos presuntos libertarios, sino desconfío también de su capacidad de análisis. De su agudeza intelectual.

No puede andar muy bien la capacidad de análisis de “analistas” que dicen, por ejemplo: “No dinero para las familias cubanas: es dinero que termina en manos del régimen”, para luego apoyar con uñas y dientes la ayuda económica a los opositores de la Isla. La pregunta de los cien millones: ¿en qué tiendas compran sus víveres, sus carnes, sus ropas, los opositores de la Isla? ¿En Macy´s, en Publix, en Wal Mart? ¿O en las mismas tiendas que mis familiares, léase: las mismas tiendas del régimen?

Vale la pena pensar con urgencia en una ley que ajuste ciertos cerebros.

Quiero creer que al menos los 324 mil cubanos residentes en Estados Unidos que viajaron a la Isla en 2010, tendrán muy presente este ideario básico republicano a la hora de otorgar sus votos para el Congreso. En mi lógica elemental, aupar a quien afecta mis intereses, se me antoja un pésimo negocio.

MASTINES DE "LA BRECHA GENERACIONAL" SOBRE MIAMI :HUGO CANCIO


Pablo Milanes nos trae nuevas proposiciones.

by Generacion Cambio Cubano on Wednesday, August 3, 2011 at 10:12am

Entre nuestros grandes artistas Pablo Milanés es uno de los líderes, un icono de nuestra música, ejemplar artista que nos ha representado por más de tres décadas esparciendo nuestra música y cultura por los rincones más recónditos del planeta… Pablo Milanés se presenta el día Sábado 27 de Agosto en el American Airlines Arena de Miami… Sin dudas, un evento histórico, único, icónico, una prueba contundente de que nuestra ciudad (Miami) a cambiado, que hemos madurado, que somos más tolerantes, sabios, que estamos más unidos, que una nueva generación florece, brota, se esparce…

Agrégate, acude, ve, preséntate, no dejes de constar, es más que un concierto, es un acontecimiento, un natalicio… único, histórico, icónico... Pablo llega para ofrecernos una dosis de amor, una inyección de cubania, momentos para recordar, Pablo viene, llega con nuevas proposiciones… Tienes que estar!!

Hugo Cancio

MASTINES DE "LA BRECHA GENERACIONAL" HACIA MIAMI :YOANI


Todavía yo no sé si cantarás…

Foto: Julio Castro

Foto: Julio Castro

Temo mucho la respuesta de un jamás.
Pablo Milanés

La última vez que fui a un concierto de Pablo Milanés no pude tararear ni una sola de sus canciones. En medio de la Tribuna antimperialista, varios amigos desplegamos una tela con el nombre de Gorki para exigir la excarcelación –en agosto de 2008– de ese músico de punk rock procesado por “peligrosidad pre delictiva”. La sábana pintada duró breves segundos en el aire antes de que una turba bien entrenada nos cayera encima. Al otro día, me dolía todo el cuerpo y sentía una molestia especial hacia el autor de Yolanda, pues lo imaginaba testigo pasivo de lo ocurrido. Sin embargo, me equivocaba. Después, supe que gracias a su mediación no habíamos dormido aquella noche en un calabozo y que también había intercedido para que Gorki volviera a las calles.

El próximo 27 de agosto, Pablo Milanés tiene programado un concierto en la ciudad de Miami. Evento que ha avivado la irritación entre quienes lo consideran un “juglar del castrismo”. Pero ni los más encendidos críticos deben olvidar que su propia vida ha sido –como la de tantos cubanos– una secuencia de golpes propinados por la intolerancia: la reclusión en la UMAP, las incomprensiones en los inicios de la Nueva Trova y el cierre de la fundación que llevaba su nombre. Deben reconocer también que Pablo Milanés tuvo la valentía de negarse a firmar aquella carta donde innumerables intelectuales y artistas apoyaron las medidas represivas tomadas por el gobierno de la Isla en 2003, entre ellas el fusilamiento de tres jóvenes que habían secuestrado una embarcación para emigrar.

Pablo, el gordo Pablo, que en los ochenta se escuchaba en cualquier punto del dial donde sintonizáramos el radio, evolucionó como lo hicimos muchos de nosotros. Sus discrepancias se han hecho oír desde hace varios años y su rostro ya no está presente en esos actos –profundamente politizados– con que las autoridades intentan demostrar que “los artistas están al lado de la Revolución”. Intuyo también que le gustaría compartir escenario en La Habana con esas voces exiliadas a las que todavía no se les permite presentarse en su propio país. El trovador que se propone cantar en pocos días en La Florida es un hombre que ha crecido y madurado artística y cívicamente, consciente además de la necesidad de que ambas orillas de nuestra nacionalidad se reencuentren. De manera que recibir con gritos e insultos a Pablo Milanés puede ocasionar que se retarde el necesario abrazo entre los cubanos de aquí y de allá… pero no va a impedirlo.