bosque -de su propiedad- en Vermont -USA
la familia zarista en la que había niños. (Google-Internet)
El Zar Nicolás y su familia. (Google-Internet).
El Zar Nicolás y su familia. (Google-Internet).
a la familia zarista por órdenes directas de LENIN.
“110 MILLONES DE MUERTOS EN RUSIA
POR HABER TOMADO LA VIA COMUNISTA”:
-Alexander Solzhenitsin.
(Declaraciones suyas a
Radiotelevisión Española -1970s).
◙ Habla Solzhenitsin de las Masacres Comunistas desde el año de 1917. ◙ El Sistema Carcelario. ◙ En España venció en la Guerra Civil un Concepto de Vida Cristiano. ◙ Comparación de la situación de España con Rusia. ◙ Pregunta el escritor ruso si Occidente conoce la dictadura. ◙ Destaca la libertad que vive el pueblo español. ◙ Los rusos han adquirido una vacuna contra el comunismo. ◙ El peligro de las reformas a velocidad. ◙ Occidente ha debilitado su voluntad de defensa. ◙ La Crisis Mundial surgió cuando el hombre abandonó la religion. ◙ Ayuda el autor ruso a los perseguidos políticos
PREGUNTA:
En la sociedad rusa, desde siglos, se observa cierto interés por España y lo español. Esto puede apreciarse en el arte, la música, la literatura, etc. de su país.
En la literatura, constantemente, podemos citar, entre otros, los nombres de Pushnkin, Lémortov y Dostoievski. ¿Cómo se explica Ud. estos fenómenos?
Por otra parte, en algunas de sus obras se advierte en cierto modo lo que podíamos denominar “temática española”; precisamente, en relación a la gran tragedia que asoló nuestro país entre 1936 y 1939, o sea, la guerra civil española. Por ejemplo, en su relato La Estación de Krechetovka, uno de los protagonistas, el teniente Zotov, recuerda como deseaba alistarse para luchar en España a favor de la República. Algunos críticos han señalado, incluso, Zotov es un personaje autobiográfico.
Además, en El Archipiélago Gulag, ud. habla de los niños españoles enviados a la URRS, que por querer regresar a casa fueron a parar a los campos de concentración, y de otros exiliados españoles de análogo destino. ¿Qué puede decirnos de esto?
SOLZHENITSIN:
“ En efecto, debido a determinadas causas quiza no tan fáciles de explicar, España ocupa un sitio muy particular en la literatura rusa. Casi ningún gran escritor o poeta han pasado por alto el tema español. Otro tanto puede decirse de nuestros compositores y de relevantes personalidades de la cultura rusa. Cabe suponer que hay algo en común que une a ambas naciones, situadas una en el lejano Oriente y la otra en el Occidente extremo. Es como si nuestros respectivos tipos nacionales fuesen distintos exteriormente, y los españoles y los rusos no se parecieran nada. Mas podemos hallar, sin embargo, asombrosos rasgos comunes en nuestras respectivas historias.
A decir verdad, Rusia y España defendieron Europa de dos invasiones: Rusia de los mongoles y España de los árabes. Y si no hubiese sido por vuestro país y por el nuestro, la Europa de nuestros días seguramente no sería hoy la misma. Europa alcanza su historia independientemente gracias a estas dos naciones, encontrándose una en el Este y la otra en el Oeste.
Tal vez haya algo en común entre Rusia y España debido a que ambas supieron mantenerse frente a la invasión napoleónica. Sólo las dos y ninguna otra, en aquel entonces.
Puede que haya algo en común en esa reserva de energía que empujó a la influencia rusa y a la española tan lejos, que el año, en el litoral Americano del Pacífico, fui testigo de como ambas confluyeron precisamente al otro lado del globo terráqueo: la española, que marchaba desde el Sur y la rusa a través de Alaska.
En todo caso, esta gran atención al tema hispano se observa claramente en la literatura rusa.
Tengo que decir que, de un modo u otro, también España está presente en mi propia vida. Por ejemplo, en muchos campos de concentración a veces encontraba a niños traídos de España, y otras incluso a revolucionarios españoles, marineros o pilotos, que vinieron a la Unión Soviética. En El Archipiélago Gulag relato algunos de estos casos.
Antes desearía añadir que España entró en nuestra vida, ¿cómo decirlo?, como la guerra “amada” de nuestra generación. Nosotros, muchos de mis coetáneos y yo, teníamos de dieciocho a veinte años cuando se desenvolvía vuestra guerra civil. Y es aquí donde puede apreciarse la asombrosa influencia de la ideología materialista, de la cruel religion terrenal del socialismo. ¡Con qué fuerza se apodera de las almas jóvenes! ¡Con qué aparente claridad les indica una imaginaria solución despejada…!
Corrían los años de 1937 y 1938. En nuestro país, en la Unión Soviética, se había desencadenado el sistema carcelario. Se arrestaba a millones de seres humanos. Sin hablar ya de la existencia permanente del Archipiélago Gulag, en el que de doce a quince millones de hombres estaban encerrados tras alambradas de espinos. Y pese a esto, como si desdeñásemos nuestra propia realidad, ardíamos con todo el corazón e interveníamos en vuestra guerra.
Para nosotros, para nuestra generación, suenan como algo familiar los nombres de Toledo, Badajoz, Ciudad Universitaria, Ebro, Teruel, Guadalajara. Habría sido suficiente con que nos llamasen o nos lo hubieran permitido, para que todos nosotros corriéramos hasta aquí, a combatir por los republicanos.
Esta es la particularidad de la ideología socialista. Hace que las almas jóvenes, entusiasmadas con sus propias ilusiones, manejadas por sus llamamientos, olviden la realidad y desdeñen su propia nación, para aspirar un sistema abstracto.
Tengo entendido que vuestros emigrados politicos afirman que vuestra guerra civil ha costado medio millón de víctimas humanas. No se si es auténtica esta cifra. Supongamos que lo fuera.
Pero entonces hay que decir también que nuestra guerra civil se llevó en nuestro país dos millones de personas, o incluso tres.
Pero vuestra guerra civil tuvo un final distinto a la nuestra. En vuestro país venció un concepto de vida cristiano, y debido a ello se intentó poner fin a la contienda y restañar las heridas. En el nuestro, sin embargo, venció la ideología comunista. Y el final de la guerra civil señaló no el fin, sino el principio de todo. Precisamente a partir de la guerra civil comienza en nuestro país la guerra del régimen contra el pueblo.
Hace unos doce años se dieron a conocer en Occidente las investigaciones estadísticas del profesor ruso Kurgánov. Por supuesto, en la Unión Soviética nunca se han publicado oficialmente datos relativos a los muertos habidos en nuestro país como resultado de la guerra interna del régimen contra el pueblo. Más, indirectamente, el profesor Kurgánov pudo determinar que de 1917 a 1959, debido solo a la guerra interna del régimen contra el pueblo, es decir, como resultado del aniquilamiento de las gentes mediante el hambre la colectivización forzosa del campo, el destierro de los campesinos a la muerte, las cárceles, los campos de concentración y sencillamente los fusilamientos; solo a esto, junto con las pérdidas humanas que ocasionó nuestra guerra civil, en nuestro país han muerto ¡sesenta y seis millones de personas!
Es una cifra casi imposible de imaginar. Inconcebible para la mente. Pero el profesor Kurgánov da asimismo otros números: nuestras pérdidas humanas en la Segunda Guerra Mundial. Son también inconcebibles, imposibles de imaginar. Según sus investigaciones, sin contra los ejércitos y las divisiones, y debido al menosprecio y a la negligencia, en la Segunda Guerra Mundial perdímos ¡cuarenta y cuatro millones de personas!
Así, pues, si a esta cifra última le añadimos la anterior, resulta que hemos perdido ¡ciento diez millonez de seres humanos!
Dostoievski, asombrosamente, a finales del siglo pasado predijo que el socialismo le costaría a Rusia cien millones de personas. Dostoievski profetizó esto en los setenta del siglo XIX. Parecía inconcebible. Eran cifras astronómicas. Pero no sólo se han cumplido, sino que han sido superadas. Repito, hemos perdido no cien millones, sino ¡Ciento diez millones de seres humanos! Y continuamos perdiendo…
El caso es que nos falta una tercera parte de la población con la que deberíamos contar hoy si no hubiésemos tomado la vía socialista. En otras palabras, hemos perdido la mitad de los habitantes que hoy pueblan nuestra patria. A todos aquellos que pueden leer prensa occidental les aconsejo que se interesen por las investigaciones y calculos del profesor Kurgánov, y mediten sobre las causas de números tan terribles.
Vosotros lograisteis evitar esta prueba y no habéis conocido lo que es el comunismo. Tal vez para siempre o quizá temporalmente. Vuestros progresistas llaman dictadura al régimen politico vigente en España. Nadie me conoce. Observo vuestra vida con mis propios ojos. Estoy asombrado. ¿Sabéis lo que es una dictadura? ¿Conocéis lo que esconde esta palabra? ¿Sabéis lo que es una dictadura?
He aquí algunos ejemplos que he visto con mis propios ojos y he vivido personalmente. Todos los españoles tienen libertad para residir aquí o trasladarse a otra parte de España. Los soviéticos, en nuestro país, no podemos hacerlo. Estamos amarrados al lugar donde residimos mediante la denominada propiska de la policía. Las autoridades locales deciden si tengo derecho o no a marcharme de esta ciudad. Esto quiere decir que me encuentro totalmente a merced de las autoridades locales, que hacen conmigo lo que quieren y no puedo desplazarme.
Seguidamente me entero que los españoles podéis salir libremente al extranjero. Tal vez por la Prensa os habréis enterado que debido a una fuerte presión pública mundial, de Norteamérica, con grandes dificultades están dejando salir de la Unión Soviética a parte de los judíos. Los demás judíos y las otras nacionalidades no pueden marcharse al extranjero. En nuestro país vivimos como en la cárcel.
Caminando por Madrid y por otras capitales españolas –he visitado en España más de doce ciudades-, he visto que en los quioscos se venden los principales periódicos extranjeros. No podía creerlo. ¡Si en la Unión Soviética pudieran comprarse libremente periódicos extranjeros, decenas de manos se abalanzarían al instante para adquirirlos! En España, sin embargo se venden libremente.
He visto también que en España funcionan libremente las máquinas para reproducir fotocopias. Cualquier individuo puede fotocopiar sus documentos, abonando cinco pesetas por copia. Esto en nuestro país no puede hacerlo ningún ciudadano de la Unión Soviética. Quienes usen las fotocopiadoras, serán acusados de actividades contrarrevolucionarias.
En vuestro país, con ciertas limitaciones, en efecto, se toleran las huelgas. En el nuestro, en los sesenta años de existencia del socialismo nunca jamás se ha permitido una huelga. Los participantes en las huelgas en los primeros años del poder soviético eran acribillados con fuego de ametralladoras, aunque solo pedían mejores condiciones de trabajo. Otros eran arrojados a las cárceles, acusados de actividades contrarrevolucionarias. Y hoy a nadie le pasará por la mente la idea de convocar una huelga.
En la revista Novy Mir publiqué el relato por el bien de la causa. Incluía en él la frase de un estudiante, que dirigiéndose a los demás, exclamaba: “¡Declarémonos en huelga!” No ya la censura, sino la propia revista Novy Mir tachó la frase que contenía la palabra “huelga”. Este vocablo en nuestro país no puede pronunciarse en relación con nuestra propia realidad.
Por eso me pregunto:¿saben vuestros progresistas lo que es dictadura? Si nosotros disfrutásemos de la libertad que teneís aquí, abriríamos la boca para decir que es una libertad desconocida. Desde hace sesenta años desconocemos tales libertades.
Recientemente habéis tenido una amnistía. La llamais “limitada”. A combatientes politicos que luchaban con las armas en mano les ha sido reducida la mitad de la condena. Puedo decir lo siguiente:¡si nos diesen a nosotros una sola vez en sesenta años una amnistía limitada como la vuestra! En sesenta años de poder soviético nunca jamás hemos tenido amnistía para detenidos politicos. Ibamos a las cárceles a morir en ellas. Muy pocos regresamos para poder contarlo.
Esta pesada prueba comunista la hemos transformado en nuestras almas. Luego de tantas pérdidas y en estos sesenta años, hemos adquirido una vacuna contra el comunismo, que nadie en España tiene, ni en Occidente entero. En nuestro país es hoy totalmente imposible que en una reunión privada, no oficial, alguien alguien seriamente hable del comunismo como solución. A quien esto diga se le considera imbécil o idiota o idiota. Espiritualmente nos hemos liberado del comunismo. Pero para ello hemos tenido que pasar por pruebas excesivamente pesadas. Demasiado duras, para llegar a comprenderlo.
Es como si Rusia hubiera dado un salto histórico. Por su experiencia social se encuentra por delante del resto del mundo. Con esto no quiero decir que es un país de vanguardia. No, es una nación de esclavos que tiene por nombre Unión Soviética. Hemos pasado por cosas que ningún país de Occidente conoce.
Es un sentimiento extraño. Todo lo vemos como si fuera desde nuestro pasado. Pero respeto a Occidente puede decirse así: “A vosotros os vemos desde vuestro futuro”. Todo lo que tiene lugar hoy en vuestras naciones, ya ocurrió en la nuestra hace muchos años. Es un cuadro fantástico. Como si ocurriese hoy, ahora. Como si fuese la realidad misma. Y, sin embargo, recordamos que ya pasamos por todo.
En los años sesenta del siglo anterior, el Zar Alejandro II inició un programa de grandes reformas básicas paulatinas. Buscaba la transformación gradual de Rusia para alcanzar la libertad y el desarrollo. Pero un puñado de revolucionarios, en el año 1861 lanzó una proclama en la que se decía: “No podemos esperar a que lleguen las reformas. No las queremos. Deseamos ahora mismo la liberación completa. Pero como el gobierno no nos la da, empezamos el terror”.
Y en el año 1861, cuando el Gobierno llevó a cabo la liberación de los campesinos y abolió la servidumbre; cuando en 1864 Alejandro II realiza la Gran Reforma Judicial, los revolucionarios, en respuesta, comenzaron a disparar sobre el Zar. Tuvo siete atentados. Le persiguieron como si fuese un animal salvaje. Y en 1881, lo asesinaron.
Y después comenzaron a matar a presidentes del Consejo de Ministros, a Ministros del Interior, a gobernadores importantes, a relevantes administradores del Estado…Así empezó la guerra de los revolucionarios contra los círculos rectores y el Gobierno. Y la libre opinion pública liberal de Rusia no meditó seriamente sobre lo que tenía lugar. No frenó a los revolucionarios. Les aplaudía, incluso.
Los asesinatos de grandes personalidades políticas de Rusia suscitaban entusiasmo y producían aplausos. La sociedad ayudaba a los revolucionarios a que se escondiesen. A los terroristas les facilitaba la fuga. Y destacadísimas personalidades sociales de Rusia defendían a los terroristas como si estos representaban a la sociedad o fueran inocentes.
Repito, hablo de la historiaa del siglo XIX. Todo esto ya tuvo lugar en mi país hace cien años. Lo que ocurre hoy en Europa y en el mundo.
El pasado otoño fuimos testigos de cómo a la opinion pública occidental le conmovió mucho más el destino de unos terroristas españoles que la muerte de sesenta millones de personas en la Unión Soviética. Hoy vemos como la opinion pública progresista exige reformas inmediatas, cambios a cualquier precio, y saluda y se alegra de los actos terroristas.
Lo mismo ocurría en nuestro país hace cien años. Y desde vuestro futuro puedo deciros como finalizará todo. Así terminó todo: ambas partes se enfurecieron. El Gobierno empezó a odiar a los círculos liberales y viceversa. Nadie quería hacer concesiones y las reformas se pararon. Lo que podían dar el gobierno y los círculos rectores, al enfurecerse, ya no lo dieron. De otra parte, a la opinion pública liberal todo le parecía poco, ansiaba la totalidad inmediata.
Como resultado tuvimos la revolución de 1905-1907 y más adelante la de 1917. Y fueron aniquiladas ambas partes. Fueron eliminados los círculos rectores, incluídas la nobleza, los comerciantes, etc. Fue aniquilada asimismo la opinion pública liberal y la intelligencia. Y lo que quedó, huyó al extranjero. Luego vino lo que ya he contado y de lo que trata mi libro El Archipiélago Gulag. Y esas terribles cifras: en nuestro país, el socialismo se ha llevado ¡Setenta y Seis Millones de Vidas Humanas!
Lo cuento ahora, pero yo mismo no sé:¿pueden en general transmitirse las experiencias de una persona a otra? ¿De una nación a otra? ¿de un pueblo a otro?
Hasta hace poco creía en ello. En mi discurso del Premio Nobel decía que tal vez a través de la literatura podrían transmitirse las experiencias de los pueblos. Creía que si nuestro país contase toda su historia, si relatásemos sinceramente lo ocurrido, entonces vosotros lo veríais también nítidamente.
Hoy, sin embargo, yo no lo sé. Y ahora me pregunto:¿puede transmitirse esta experiencia, o tal vez lo cierto será que cada país, cada sociedad, cada persona deberá repetir todos los errores de otra nación y de otro pueblo y aprenderlo sólo cuando ya es tarde?
Es natural hoy la aspiración de vuestros círculos progresistas de obtener la mayor libertad posible y reestructurar cuanto antes vuestra sociedad para alcanzar la misma categoría que tienen otros países europeoccidentales. Pero quisiera recordar que en el mundo actual, en nuestro planeta, las naciones democráticas son sino una islita, si una parte reducidísima del mismo. La mayor parte del mundo. Toda Europa Oriental, la Unión Soviética, toda Asia, India, se encuentra al borde y se submerge cada vez más en el socialismo, y Africa también, que recientemente ha obtenido la libertad. Es como si una nación tras otra tuviesen prisa por entregarse a la tiranía.
Por eso me pregunto:¿aquellos de vosotros que deseen una España democrática, son lo bastante clarividentes como para pensar no solo en el mañana, sino también en el pasado mañana?
Bien. Supongamos que mañana España es un país democrático como el resto de Europa, más pasado mañana, ¿conservará España pasado mañana fuerzas para defender esa democracia de un totalitarismo que quiere tragarse a Occidente entero?
El clarividente, que además de la libertad ama también a España, no puede dejar de pensar en pasado mañana.
Está claro que el mundo occidental ha debilitado su voluntad de defensa. Cada año entrega sin combate varios países a las fauces del totalitarismo. No hay voluntad de defensa, ni responsabilidad en el uso de la libertad.
La civilización occidental de nuestros días puede describirse, además, no sólo como una sociedad democrática, sino también como una sociedad de consumo. Es decir, una sociedad en la que para todos el fin principal es obtener cada vez más bienes materiales y más derechos, sin limitarse en nada; gozar y pensar cuanto menos mejor en como defender sus derechos y libertades. Resulta, sin embargo, que la edificación social de la sociedad y el usufructo de los bienes materiales no son la clave principal de la vida del hombre sobre la Tierra.
Es extraño, mas el totalitarismo oriental de hoy y la democracia occidental de nuestros días, aunque parecen dos sistemas sociales opuestos y se contraponen el uno al otro, en realidad tienen una misma base común: el Materialismo. Esta base común se extiende desde hace ya trescientos años.
La humanidad está en crisis. Mas no es de hoy la crisis, ni comienza en el siglo XIX. Empezó hace trescientos o cuatrocientos años. Cuando los hombres se apartaron de la religión y de la fe en Dios, cuando dejaron de reconocer a una fuerza suprema encima de ellos y tomaron como base una filosofía pragmática: hacer solo lo que es útil y ganancial, actua conforme a consideraciones de beneficio y no de moral suprema.
Esta filosofía pragmática se ha desenvuelto paulatimamente y nos ha llevado al estado de crisis de nuestros días. Una crisis –insisto- , que no es política, sino más profunda. Incluso no se refiere a la confrontación comunismo-capitalismo. Es la misma crisis que ha traído al totalitarismo oriental y a la sociedad pragmática y de consumo de Occidente. Es la crisis del materialismo, de una humanidad que ha rechazado el concepto de que existe una fuerza suprema por encima de ella.
Está claro que cada nación puede aportar algo a la solución de esta crisis. Tal vez España, con su gran originalidad nacional, que atraviesa toda su historia, pueda aportar su particular espíritu español para ayudar a la humanidad a resolver esta terrible crisis que abarca a su manera a todos los países del mundo, y se alza frente a ellos. Una crisis que nos amenaza a todos con el exterminio, a todos en la Tierra.
PREGUNTA:
Actualmente Ud. reside en Suiza, país en el que suelen refugiarse los grandes millonarios y sus capitales, ¿no piensa Ud. que esto puede ser mal interpretado por sus lectores?
SOLZHENITSIN:
Les decía ahora precisamente que la sociedad occidental es una sociedad de consumo. Nosotros, nuestra juventud la pasamos en la miseria. Por ejemplo, siendo estudiante cierta vez cometí la imprudencia de sentarme sobre una silla manchada de tinta. En aquellos tiempos no se utilizaban bolígrafos como éste y la tinta era otra clase. En mis pantalones quedó una gran mancha. Y pasé los cinco años de estudiante con estos pantalones, pues no tenía otros.
Así vivimos en nuestro país. Lo llevamos en la sangre. Cuando cualquier soviético cae en Occidente, no en los países más ricos, incluso en los que vosotros consideraís pobres. ¿sabeís? Nos ahogan los sentimientos. No podemos aguantarlo. No podemos ver como se tiran las sobras de la comida. No podemos ver como se barren las migajas de pan que quedan en las mesas…
Así acogemos nosotros, pupilos de la sociedad soviética, la sociedad de consumo. Por eso, cuando me formulan una pregunta semejante a esta de Suiza, sólo puedo responder lo siguiente: en las prósperas naciones occidentales nos sentimos prisioneros. Y si mañana tuviéramos la posibilidad de regresar a nuestra patria, hambrienta y miserable, mañana mismo regresaríamos todos.
A la prensa socialista, y sobre todo a la comunista le gusta decir que Solzhenitsin se ha hecho millonario en Occidente. Se callaba cuando pasaba hambre en mi país. Cuando todos allí pasábamos y pasamos hambre, miente y afirma que estamos bien nutridos.
Es verdad que aquí percibo elevados honorarios. Pero la mayor parte de estos honorarios van a engrosar los recursos del Fondo Social Ruso. Son fondos destinados a socorrer a los perseguidos en la Unión Soviética,y a sus familias. Enviamos este auxilio de diversas maneras. Socorremos a los presos, a sus familias, a quienes van a visitar a los detenidos, a los que envían paquetes a los encarcelados, a quienes son puestos en libertad y no tienen un centimo. Llegamos en ayuda de quienes son expulsados del trabajo solo por sus creencias o convicciones y no tienen medios para subsistir.
Vosotros, los occidentales, difícilmente lo comprendéis. Aquí pueden encarcelar a una persona, pero no le echan a alguien del trabajo por sus convicciones, puede colocarse en otro sitio. En nuestro país existe un solo patrón: el Estado. Si en nombre del Estado te dicen que para tí no hay trabajo, en ningún lugar del país econtrarás empleo. No estás en la cárcel, pero tu familia se muere de hambre.
Finalmente, mi parada en Suiza se debe a que estaba escribiendo el libro Lenin en Zurich, que ya se ha publicado. En Zurich encontré documentación de primera clase, que no podía obtener en otro lugar. "
FIN.
Notas: (A) Propiska proviene de pisat, escribir; es decir, el registro que lleva la policía de los habitantes de la localidad.
(B)Novy Mir (Mundo Nuevo) Organo de la Unión de Escritores de la URRS. Publicación considerada como el baluarte de los círculos liberales y progresistas soviéticos.
POR HABER TOMADO LA VIA COMUNISTA”:
-Alexander Solzhenitsin.
(Declaraciones suyas a
Radiotelevisión Española -1970s).
◙ Habla Solzhenitsin de las Masacres Comunistas desde el año de 1917. ◙ El Sistema Carcelario. ◙ En España venció en la Guerra Civil un Concepto de Vida Cristiano. ◙ Comparación de la situación de España con Rusia. ◙ Pregunta el escritor ruso si Occidente conoce la dictadura. ◙ Destaca la libertad que vive el pueblo español. ◙ Los rusos han adquirido una vacuna contra el comunismo. ◙ El peligro de las reformas a velocidad. ◙ Occidente ha debilitado su voluntad de defensa. ◙ La Crisis Mundial surgió cuando el hombre abandonó la religion. ◙ Ayuda el autor ruso a los perseguidos políticos
PREGUNTA:
En la sociedad rusa, desde siglos, se observa cierto interés por España y lo español. Esto puede apreciarse en el arte, la música, la literatura, etc. de su país.
En la literatura, constantemente, podemos citar, entre otros, los nombres de Pushnkin, Lémortov y Dostoievski. ¿Cómo se explica Ud. estos fenómenos?
Por otra parte, en algunas de sus obras se advierte en cierto modo lo que podíamos denominar “temática española”; precisamente, en relación a la gran tragedia que asoló nuestro país entre 1936 y 1939, o sea, la guerra civil española. Por ejemplo, en su relato La Estación de Krechetovka, uno de los protagonistas, el teniente Zotov, recuerda como deseaba alistarse para luchar en España a favor de la República. Algunos críticos han señalado, incluso, Zotov es un personaje autobiográfico.
Además, en El Archipiélago Gulag, ud. habla de los niños españoles enviados a la URRS, que por querer regresar a casa fueron a parar a los campos de concentración, y de otros exiliados españoles de análogo destino. ¿Qué puede decirnos de esto?
SOLZHENITSIN:
“ En efecto, debido a determinadas causas quiza no tan fáciles de explicar, España ocupa un sitio muy particular en la literatura rusa. Casi ningún gran escritor o poeta han pasado por alto el tema español. Otro tanto puede decirse de nuestros compositores y de relevantes personalidades de la cultura rusa. Cabe suponer que hay algo en común que une a ambas naciones, situadas una en el lejano Oriente y la otra en el Occidente extremo. Es como si nuestros respectivos tipos nacionales fuesen distintos exteriormente, y los españoles y los rusos no se parecieran nada. Mas podemos hallar, sin embargo, asombrosos rasgos comunes en nuestras respectivas historias.
A decir verdad, Rusia y España defendieron Europa de dos invasiones: Rusia de los mongoles y España de los árabes. Y si no hubiese sido por vuestro país y por el nuestro, la Europa de nuestros días seguramente no sería hoy la misma. Europa alcanza su historia independientemente gracias a estas dos naciones, encontrándose una en el Este y la otra en el Oeste.
Tal vez haya algo en común entre Rusia y España debido a que ambas supieron mantenerse frente a la invasión napoleónica. Sólo las dos y ninguna otra, en aquel entonces.
Puede que haya algo en común en esa reserva de energía que empujó a la influencia rusa y a la española tan lejos, que el año, en el litoral Americano del Pacífico, fui testigo de como ambas confluyeron precisamente al otro lado del globo terráqueo: la española, que marchaba desde el Sur y la rusa a través de Alaska.
En todo caso, esta gran atención al tema hispano se observa claramente en la literatura rusa.
Tengo que decir que, de un modo u otro, también España está presente en mi propia vida. Por ejemplo, en muchos campos de concentración a veces encontraba a niños traídos de España, y otras incluso a revolucionarios españoles, marineros o pilotos, que vinieron a la Unión Soviética. En El Archipiélago Gulag relato algunos de estos casos.
Antes desearía añadir que España entró en nuestra vida, ¿cómo decirlo?, como la guerra “amada” de nuestra generación. Nosotros, muchos de mis coetáneos y yo, teníamos de dieciocho a veinte años cuando se desenvolvía vuestra guerra civil. Y es aquí donde puede apreciarse la asombrosa influencia de la ideología materialista, de la cruel religion terrenal del socialismo. ¡Con qué fuerza se apodera de las almas jóvenes! ¡Con qué aparente claridad les indica una imaginaria solución despejada…!
Corrían los años de 1937 y 1938. En nuestro país, en la Unión Soviética, se había desencadenado el sistema carcelario. Se arrestaba a millones de seres humanos. Sin hablar ya de la existencia permanente del Archipiélago Gulag, en el que de doce a quince millones de hombres estaban encerrados tras alambradas de espinos. Y pese a esto, como si desdeñásemos nuestra propia realidad, ardíamos con todo el corazón e interveníamos en vuestra guerra.
Para nosotros, para nuestra generación, suenan como algo familiar los nombres de Toledo, Badajoz, Ciudad Universitaria, Ebro, Teruel, Guadalajara. Habría sido suficiente con que nos llamasen o nos lo hubieran permitido, para que todos nosotros corriéramos hasta aquí, a combatir por los republicanos.
Esta es la particularidad de la ideología socialista. Hace que las almas jóvenes, entusiasmadas con sus propias ilusiones, manejadas por sus llamamientos, olviden la realidad y desdeñen su propia nación, para aspirar un sistema abstracto.
Tengo entendido que vuestros emigrados politicos afirman que vuestra guerra civil ha costado medio millón de víctimas humanas. No se si es auténtica esta cifra. Supongamos que lo fuera.
Pero entonces hay que decir también que nuestra guerra civil se llevó en nuestro país dos millones de personas, o incluso tres.
Pero vuestra guerra civil tuvo un final distinto a la nuestra. En vuestro país venció un concepto de vida cristiano, y debido a ello se intentó poner fin a la contienda y restañar las heridas. En el nuestro, sin embargo, venció la ideología comunista. Y el final de la guerra civil señaló no el fin, sino el principio de todo. Precisamente a partir de la guerra civil comienza en nuestro país la guerra del régimen contra el pueblo.
Hace unos doce años se dieron a conocer en Occidente las investigaciones estadísticas del profesor ruso Kurgánov. Por supuesto, en la Unión Soviética nunca se han publicado oficialmente datos relativos a los muertos habidos en nuestro país como resultado de la guerra interna del régimen contra el pueblo. Más, indirectamente, el profesor Kurgánov pudo determinar que de 1917 a 1959, debido solo a la guerra interna del régimen contra el pueblo, es decir, como resultado del aniquilamiento de las gentes mediante el hambre la colectivización forzosa del campo, el destierro de los campesinos a la muerte, las cárceles, los campos de concentración y sencillamente los fusilamientos; solo a esto, junto con las pérdidas humanas que ocasionó nuestra guerra civil, en nuestro país han muerto ¡sesenta y seis millones de personas!
Es una cifra casi imposible de imaginar. Inconcebible para la mente. Pero el profesor Kurgánov da asimismo otros números: nuestras pérdidas humanas en la Segunda Guerra Mundial. Son también inconcebibles, imposibles de imaginar. Según sus investigaciones, sin contra los ejércitos y las divisiones, y debido al menosprecio y a la negligencia, en la Segunda Guerra Mundial perdímos ¡cuarenta y cuatro millones de personas!
Así, pues, si a esta cifra última le añadimos la anterior, resulta que hemos perdido ¡ciento diez millonez de seres humanos!
Dostoievski, asombrosamente, a finales del siglo pasado predijo que el socialismo le costaría a Rusia cien millones de personas. Dostoievski profetizó esto en los setenta del siglo XIX. Parecía inconcebible. Eran cifras astronómicas. Pero no sólo se han cumplido, sino que han sido superadas. Repito, hemos perdido no cien millones, sino ¡Ciento diez millones de seres humanos! Y continuamos perdiendo…
El caso es que nos falta una tercera parte de la población con la que deberíamos contar hoy si no hubiésemos tomado la vía socialista. En otras palabras, hemos perdido la mitad de los habitantes que hoy pueblan nuestra patria. A todos aquellos que pueden leer prensa occidental les aconsejo que se interesen por las investigaciones y calculos del profesor Kurgánov, y mediten sobre las causas de números tan terribles.
Vosotros lograisteis evitar esta prueba y no habéis conocido lo que es el comunismo. Tal vez para siempre o quizá temporalmente. Vuestros progresistas llaman dictadura al régimen politico vigente en España. Nadie me conoce. Observo vuestra vida con mis propios ojos. Estoy asombrado. ¿Sabéis lo que es una dictadura? ¿Conocéis lo que esconde esta palabra? ¿Sabéis lo que es una dictadura?
He aquí algunos ejemplos que he visto con mis propios ojos y he vivido personalmente. Todos los españoles tienen libertad para residir aquí o trasladarse a otra parte de España. Los soviéticos, en nuestro país, no podemos hacerlo. Estamos amarrados al lugar donde residimos mediante la denominada propiska de la policía. Las autoridades locales deciden si tengo derecho o no a marcharme de esta ciudad. Esto quiere decir que me encuentro totalmente a merced de las autoridades locales, que hacen conmigo lo que quieren y no puedo desplazarme.
Seguidamente me entero que los españoles podéis salir libremente al extranjero. Tal vez por la Prensa os habréis enterado que debido a una fuerte presión pública mundial, de Norteamérica, con grandes dificultades están dejando salir de la Unión Soviética a parte de los judíos. Los demás judíos y las otras nacionalidades no pueden marcharse al extranjero. En nuestro país vivimos como en la cárcel.
Caminando por Madrid y por otras capitales españolas –he visitado en España más de doce ciudades-, he visto que en los quioscos se venden los principales periódicos extranjeros. No podía creerlo. ¡Si en la Unión Soviética pudieran comprarse libremente periódicos extranjeros, decenas de manos se abalanzarían al instante para adquirirlos! En España, sin embargo se venden libremente.
He visto también que en España funcionan libremente las máquinas para reproducir fotocopias. Cualquier individuo puede fotocopiar sus documentos, abonando cinco pesetas por copia. Esto en nuestro país no puede hacerlo ningún ciudadano de la Unión Soviética. Quienes usen las fotocopiadoras, serán acusados de actividades contrarrevolucionarias.
En vuestro país, con ciertas limitaciones, en efecto, se toleran las huelgas. En el nuestro, en los sesenta años de existencia del socialismo nunca jamás se ha permitido una huelga. Los participantes en las huelgas en los primeros años del poder soviético eran acribillados con fuego de ametralladoras, aunque solo pedían mejores condiciones de trabajo. Otros eran arrojados a las cárceles, acusados de actividades contrarrevolucionarias. Y hoy a nadie le pasará por la mente la idea de convocar una huelga.
En la revista Novy Mir publiqué el relato por el bien de la causa. Incluía en él la frase de un estudiante, que dirigiéndose a los demás, exclamaba: “¡Declarémonos en huelga!” No ya la censura, sino la propia revista Novy Mir tachó la frase que contenía la palabra “huelga”. Este vocablo en nuestro país no puede pronunciarse en relación con nuestra propia realidad.
Por eso me pregunto:¿saben vuestros progresistas lo que es dictadura? Si nosotros disfrutásemos de la libertad que teneís aquí, abriríamos la boca para decir que es una libertad desconocida. Desde hace sesenta años desconocemos tales libertades.
Recientemente habéis tenido una amnistía. La llamais “limitada”. A combatientes politicos que luchaban con las armas en mano les ha sido reducida la mitad de la condena. Puedo decir lo siguiente:¡si nos diesen a nosotros una sola vez en sesenta años una amnistía limitada como la vuestra! En sesenta años de poder soviético nunca jamás hemos tenido amnistía para detenidos politicos. Ibamos a las cárceles a morir en ellas. Muy pocos regresamos para poder contarlo.
Esta pesada prueba comunista la hemos transformado en nuestras almas. Luego de tantas pérdidas y en estos sesenta años, hemos adquirido una vacuna contra el comunismo, que nadie en España tiene, ni en Occidente entero. En nuestro país es hoy totalmente imposible que en una reunión privada, no oficial, alguien alguien seriamente hable del comunismo como solución. A quien esto diga se le considera imbécil o idiota o idiota. Espiritualmente nos hemos liberado del comunismo. Pero para ello hemos tenido que pasar por pruebas excesivamente pesadas. Demasiado duras, para llegar a comprenderlo.
Es como si Rusia hubiera dado un salto histórico. Por su experiencia social se encuentra por delante del resto del mundo. Con esto no quiero decir que es un país de vanguardia. No, es una nación de esclavos que tiene por nombre Unión Soviética. Hemos pasado por cosas que ningún país de Occidente conoce.
Es un sentimiento extraño. Todo lo vemos como si fuera desde nuestro pasado. Pero respeto a Occidente puede decirse así: “A vosotros os vemos desde vuestro futuro”. Todo lo que tiene lugar hoy en vuestras naciones, ya ocurrió en la nuestra hace muchos años. Es un cuadro fantástico. Como si ocurriese hoy, ahora. Como si fuese la realidad misma. Y, sin embargo, recordamos que ya pasamos por todo.
En los años sesenta del siglo anterior, el Zar Alejandro II inició un programa de grandes reformas básicas paulatinas. Buscaba la transformación gradual de Rusia para alcanzar la libertad y el desarrollo. Pero un puñado de revolucionarios, en el año 1861 lanzó una proclama en la que se decía: “No podemos esperar a que lleguen las reformas. No las queremos. Deseamos ahora mismo la liberación completa. Pero como el gobierno no nos la da, empezamos el terror”.
Y en el año 1861, cuando el Gobierno llevó a cabo la liberación de los campesinos y abolió la servidumbre; cuando en 1864 Alejandro II realiza la Gran Reforma Judicial, los revolucionarios, en respuesta, comenzaron a disparar sobre el Zar. Tuvo siete atentados. Le persiguieron como si fuese un animal salvaje. Y en 1881, lo asesinaron.
Y después comenzaron a matar a presidentes del Consejo de Ministros, a Ministros del Interior, a gobernadores importantes, a relevantes administradores del Estado…Así empezó la guerra de los revolucionarios contra los círculos rectores y el Gobierno. Y la libre opinion pública liberal de Rusia no meditó seriamente sobre lo que tenía lugar. No frenó a los revolucionarios. Les aplaudía, incluso.
Los asesinatos de grandes personalidades políticas de Rusia suscitaban entusiasmo y producían aplausos. La sociedad ayudaba a los revolucionarios a que se escondiesen. A los terroristas les facilitaba la fuga. Y destacadísimas personalidades sociales de Rusia defendían a los terroristas como si estos representaban a la sociedad o fueran inocentes.
Repito, hablo de la historiaa del siglo XIX. Todo esto ya tuvo lugar en mi país hace cien años. Lo que ocurre hoy en Europa y en el mundo.
El pasado otoño fuimos testigos de cómo a la opinion pública occidental le conmovió mucho más el destino de unos terroristas españoles que la muerte de sesenta millones de personas en la Unión Soviética. Hoy vemos como la opinion pública progresista exige reformas inmediatas, cambios a cualquier precio, y saluda y se alegra de los actos terroristas.
Lo mismo ocurría en nuestro país hace cien años. Y desde vuestro futuro puedo deciros como finalizará todo. Así terminó todo: ambas partes se enfurecieron. El Gobierno empezó a odiar a los círculos liberales y viceversa. Nadie quería hacer concesiones y las reformas se pararon. Lo que podían dar el gobierno y los círculos rectores, al enfurecerse, ya no lo dieron. De otra parte, a la opinion pública liberal todo le parecía poco, ansiaba la totalidad inmediata.
Como resultado tuvimos la revolución de 1905-1907 y más adelante la de 1917. Y fueron aniquiladas ambas partes. Fueron eliminados los círculos rectores, incluídas la nobleza, los comerciantes, etc. Fue aniquilada asimismo la opinion pública liberal y la intelligencia. Y lo que quedó, huyó al extranjero. Luego vino lo que ya he contado y de lo que trata mi libro El Archipiélago Gulag. Y esas terribles cifras: en nuestro país, el socialismo se ha llevado ¡Setenta y Seis Millones de Vidas Humanas!
Lo cuento ahora, pero yo mismo no sé:¿pueden en general transmitirse las experiencias de una persona a otra? ¿De una nación a otra? ¿de un pueblo a otro?
Hasta hace poco creía en ello. En mi discurso del Premio Nobel decía que tal vez a través de la literatura podrían transmitirse las experiencias de los pueblos. Creía que si nuestro país contase toda su historia, si relatásemos sinceramente lo ocurrido, entonces vosotros lo veríais también nítidamente.
Hoy, sin embargo, yo no lo sé. Y ahora me pregunto:¿puede transmitirse esta experiencia, o tal vez lo cierto será que cada país, cada sociedad, cada persona deberá repetir todos los errores de otra nación y de otro pueblo y aprenderlo sólo cuando ya es tarde?
Es natural hoy la aspiración de vuestros círculos progresistas de obtener la mayor libertad posible y reestructurar cuanto antes vuestra sociedad para alcanzar la misma categoría que tienen otros países europeoccidentales. Pero quisiera recordar que en el mundo actual, en nuestro planeta, las naciones democráticas son sino una islita, si una parte reducidísima del mismo. La mayor parte del mundo. Toda Europa Oriental, la Unión Soviética, toda Asia, India, se encuentra al borde y se submerge cada vez más en el socialismo, y Africa también, que recientemente ha obtenido la libertad. Es como si una nación tras otra tuviesen prisa por entregarse a la tiranía.
Por eso me pregunto:¿aquellos de vosotros que deseen una España democrática, son lo bastante clarividentes como para pensar no solo en el mañana, sino también en el pasado mañana?
Bien. Supongamos que mañana España es un país democrático como el resto de Europa, más pasado mañana, ¿conservará España pasado mañana fuerzas para defender esa democracia de un totalitarismo que quiere tragarse a Occidente entero?
El clarividente, que además de la libertad ama también a España, no puede dejar de pensar en pasado mañana.
Está claro que el mundo occidental ha debilitado su voluntad de defensa. Cada año entrega sin combate varios países a las fauces del totalitarismo. No hay voluntad de defensa, ni responsabilidad en el uso de la libertad.
La civilización occidental de nuestros días puede describirse, además, no sólo como una sociedad democrática, sino también como una sociedad de consumo. Es decir, una sociedad en la que para todos el fin principal es obtener cada vez más bienes materiales y más derechos, sin limitarse en nada; gozar y pensar cuanto menos mejor en como defender sus derechos y libertades. Resulta, sin embargo, que la edificación social de la sociedad y el usufructo de los bienes materiales no son la clave principal de la vida del hombre sobre la Tierra.
Es extraño, mas el totalitarismo oriental de hoy y la democracia occidental de nuestros días, aunque parecen dos sistemas sociales opuestos y se contraponen el uno al otro, en realidad tienen una misma base común: el Materialismo. Esta base común se extiende desde hace ya trescientos años.
La humanidad está en crisis. Mas no es de hoy la crisis, ni comienza en el siglo XIX. Empezó hace trescientos o cuatrocientos años. Cuando los hombres se apartaron de la religión y de la fe en Dios, cuando dejaron de reconocer a una fuerza suprema encima de ellos y tomaron como base una filosofía pragmática: hacer solo lo que es útil y ganancial, actua conforme a consideraciones de beneficio y no de moral suprema.
Esta filosofía pragmática se ha desenvuelto paulatimamente y nos ha llevado al estado de crisis de nuestros días. Una crisis –insisto- , que no es política, sino más profunda. Incluso no se refiere a la confrontación comunismo-capitalismo. Es la misma crisis que ha traído al totalitarismo oriental y a la sociedad pragmática y de consumo de Occidente. Es la crisis del materialismo, de una humanidad que ha rechazado el concepto de que existe una fuerza suprema por encima de ella.
Está claro que cada nación puede aportar algo a la solución de esta crisis. Tal vez España, con su gran originalidad nacional, que atraviesa toda su historia, pueda aportar su particular espíritu español para ayudar a la humanidad a resolver esta terrible crisis que abarca a su manera a todos los países del mundo, y se alza frente a ellos. Una crisis que nos amenaza a todos con el exterminio, a todos en la Tierra.
PREGUNTA:
Actualmente Ud. reside en Suiza, país en el que suelen refugiarse los grandes millonarios y sus capitales, ¿no piensa Ud. que esto puede ser mal interpretado por sus lectores?
SOLZHENITSIN:
Les decía ahora precisamente que la sociedad occidental es una sociedad de consumo. Nosotros, nuestra juventud la pasamos en la miseria. Por ejemplo, siendo estudiante cierta vez cometí la imprudencia de sentarme sobre una silla manchada de tinta. En aquellos tiempos no se utilizaban bolígrafos como éste y la tinta era otra clase. En mis pantalones quedó una gran mancha. Y pasé los cinco años de estudiante con estos pantalones, pues no tenía otros.
Así vivimos en nuestro país. Lo llevamos en la sangre. Cuando cualquier soviético cae en Occidente, no en los países más ricos, incluso en los que vosotros consideraís pobres. ¿sabeís? Nos ahogan los sentimientos. No podemos aguantarlo. No podemos ver como se tiran las sobras de la comida. No podemos ver como se barren las migajas de pan que quedan en las mesas…
Así acogemos nosotros, pupilos de la sociedad soviética, la sociedad de consumo. Por eso, cuando me formulan una pregunta semejante a esta de Suiza, sólo puedo responder lo siguiente: en las prósperas naciones occidentales nos sentimos prisioneros. Y si mañana tuviéramos la posibilidad de regresar a nuestra patria, hambrienta y miserable, mañana mismo regresaríamos todos.
A la prensa socialista, y sobre todo a la comunista le gusta decir que Solzhenitsin se ha hecho millonario en Occidente. Se callaba cuando pasaba hambre en mi país. Cuando todos allí pasábamos y pasamos hambre, miente y afirma que estamos bien nutridos.
Es verdad que aquí percibo elevados honorarios. Pero la mayor parte de estos honorarios van a engrosar los recursos del Fondo Social Ruso. Son fondos destinados a socorrer a los perseguidos en la Unión Soviética,y a sus familias. Enviamos este auxilio de diversas maneras. Socorremos a los presos, a sus familias, a quienes van a visitar a los detenidos, a los que envían paquetes a los encarcelados, a quienes son puestos en libertad y no tienen un centimo. Llegamos en ayuda de quienes son expulsados del trabajo solo por sus creencias o convicciones y no tienen medios para subsistir.
Vosotros, los occidentales, difícilmente lo comprendéis. Aquí pueden encarcelar a una persona, pero no le echan a alguien del trabajo por sus convicciones, puede colocarse en otro sitio. En nuestro país existe un solo patrón: el Estado. Si en nombre del Estado te dicen que para tí no hay trabajo, en ningún lugar del país econtrarás empleo. No estás en la cárcel, pero tu familia se muere de hambre.
Finalmente, mi parada en Suiza se debe a que estaba escribiendo el libro Lenin en Zurich, que ya se ha publicado. En Zurich encontré documentación de primera clase, que no podía obtener en otro lugar. "
FIN.
Notas: (A) Propiska proviene de pisat, escribir; es decir, el registro que lleva la policía de los habitantes de la localidad.
(B)Novy Mir (Mundo Nuevo) Organo de la Unión de Escritores de la URRS. Publicación considerada como el baluarte de los círculos liberales y progresistas soviéticos.
2 comentarios:
685 millones de muertos en el mundo por haber tomado la vía capitalista, y seguramente moriran algunos miles de millones mas por hambre...
Alexander Solzhenitsin
LO QUE NUNCA PODRAS ENTENDER ES QUE SOLZHENITSIN ES EN EL SIGLO VEINTE MAS IMPORTANTE QUE TU LENIN. LENIN ESE ENGENDRO PADRE -TU PADRE- DEL "POLITICIDIO" BOLCHEVIQUE.
TE MOLESTO ESTA HISTORICA ENTREVISTA A ESE HOMBRE GRANDE QUE HA RESULTADO SER LA "CONCIENCIA DE RUSIA" NO TU LENIN QUE HA DEVENIDO EN SER EL VERDUGO DEL PUEBLO RUSO.
¡ARREA, INFELIZ!
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