sábado, 5 de septiembre de 2015

EL AUTOR DEL LIBRO "CONTRA TODA ESPERANZA" ARMANDO VALLADARES DESENMASCARA AL NUNCIO APOSTOLICO EN LA HABANA CESAR ZACCHI

El joven poeta Armando Valladares, empleado en el Ministerio de Comunicaciones, no ocultó su discrepancia con el comunismo, ni su fe religiosa, por lo cual se le acusó de "contrarrevolucionario" y estuvo preso 22 años. Ahora, en el exilio, dice en su libro "Contra toda esperanza": "El 26 de junio de 1961 el vapor Marques de Comillas llegaba al puerto de La Coruña, España, con cientos de religiosos y sacerdotes expulsados de Cuba. El 17 de septiembre de 1961 Castro desterró a otros 136 sacerdotes católicos. La agresividad del gobierno cubano indudablemente que tuvo un efecto decisivo, porque desde entonces la actitud de la Iglesia católica en Cuba dio un giro de 180 grados. El artífice de las nuevas relaciones de colaboración lo fue Monseñor Cesar Zacchi, embajador del Vaticano en la isla, que se estrenó declarando que Cuba era pagana antes de la revolución y creyente con el comunismo".

La visita a Cuba comunista del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede, entre el 21 y el 26 de febrero pp., provocó malestar e indignación entre los fieles católicos de la isla y del destierro. Añadió el jefe de la diplomacia vaticana, de manera chocante, que "Cuba es la prueba de que el diálogo, si es sincero, siempre da frutos", pareciendo olvidar la advertencia evangélica de que un árbol malo jamás puede tener buenos frutos (S. Mateo 7, 18). Y no perdió la oportunidad de elogiar a monseñor Cesare Zacchi -nuncio apostólico durante los primeros años de la revolución comunista, tristemente célebre por su colaboración con el régimen, quien llegó a referirse a Castro como "un hombre con profundos valores cristianos"

Agrega que la juventud cubana llenaba las iglesias, como un modo indirecto de protestar contra Castro, y entonces apareció una carta pastoral (aunque no firmada por todos los obispos)¡ en la que se pedía al pueblo que "se esforzara trabajando para ayudar a la revolución a sacar a Cuba del subdesarrollo", sin aludir para nada a la dolorosa situación que padecía el país. El régimen conocía de antemano el contenido de la pastoral y envió grupos a que la aplaudieran en los templos.

"Los jóvenes católicos -dice Valladares- no podían dar crédito a lo que escucharon aquella mañana.

Exclamaciones de indignación y discusiones violentas se produjeron en algunos templos". Hubo sacerdotes que no quisieron dar lectura a la pastoral.

Entretanto, "el Nuncio del Vaticano aparecía fotografiado con Castro en fiestas y reuniones y seguía haciendo declaraciones. En una de ellas pedía a los jóvenes que ingresaran en las milicias comunistas para ayudar a Castro a defender la revolución de una agresión enemiga...

El colmo de todas aquellas declaraciones de monseñor Zacchi fueron las de que Castro era un hombre con profundos valores cristianos".

Con motivo del nuevo año de 1968, monseñor Zacchi ofreció una recepción en el palacio de la nunciatura apostólica, en La Habana, a la que invitó a Fidel Castro y se publicaron fotos de ambos, en amable camaradería. También estuvo presente monseñor Azcárate, obispo de Camaguey, y el delegado apostólico en el Canadá, monseñor Emmanuelle Clarizio. Cuando éste pasó por México, de regreso a Canadá, dijo que la religión era respetada por el gobierno de Castro Ruz.

En junio de ese mismo año, monseñor Zacchi declaró: "La Iglesia debe adaptarse a todos los regímenes... La Iglesia se ha dado cuenta de que la Revolución es irreversible. En esa situación establecida, la Iglesia ha debido empezar a pensar en su inserción dentro de la nueva sociedad... Por supuesto que Castro no es cristiano, ideológicamente; se ha declarado marxista leninista, pero yo lo considero, éticamente, un cristiano" (Declaraciones publicadas por la prensa mundial, no desmentidas). Monseñor Zacchi solía ir los domingos a la fiesta castrista del "corte de caña", en la que tantos cubanos participan como trabajadores cautivos.

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