jueves, 9 de marzo de 2017

PACA


 PACA
@Manuel Prieres

Paca
provenía de una familia conocida y respetada en la ciudad de Guantánamo gracias a que su padre habia sido un intelectual de renombre y fama tanto en el país como en el exterior, miembro de la Real Academia de La Lengua tambien; así como un hermano de ella quien a los comienzos de la revolución había ostentado alto cargo de la  GUERRILLA en el poder; De modo que todo ello constituía una si se quiere “Patente de Corso” para la impetuosa e interesante mujer que la llevará a alternar –en tiempos de revolución- tanto con “cocuyos como con “goticos”, con tirios como con troyanos.

Delgada, alta, de porte interesante aunque no podría decirse que era una mujer bella. Aferrándose siempre a proyectar una imagen equidistante de los convencionalismo pueblerinos arraigados en la mentalidad de sus paisanos. Su don de mundo, su basta cultura, dominando el francés y el inglés, como su condición de hija del Poeta insigne que le arropará de arriba a abajo, era su carta de presentación.

Acercarse a ella significaba el escaparse de la asfixiante atmósfera revolucionaria en la sud oriental ciudad de Cuba.

Cuando alguien tocaba a la puerta de la casa cita en la calle de Bernabé Varona, era ella quien recibía al visitante.

Las puertas de aquella casona estaban abiertas para todos.

El interior de la morada con paredes tapizadas, cenefas, moviliario de gusto victoriano, esculturas, horreos gallegos y asturianos.

 Pinturas originales unas, y copias otras. Espacioso patio con fuentecilla en el centro, jasmines de noche, tres banquillos de madera pintados de blanco, marquesinas con vidrio de vitral, el baño y la cocina con mosaicos de azulejos.

Pero lo que mas llamaba la atención del visitante a la casa del Poeta era la proliferación de libros   saliendo al paso por doquier. Folletos, revistas, manuscritos algo desordenados. No bastará pues la gran biblioteca  para cobijar libros y mas libros, sino sobre las mesas, sillas, sobre las camas, en el cuarto de baño; o sea que “el intelecto te salía a cada paso”.

Asimismo una semi penumbra adueñada del interior del inmueble por rincones y habitaciones.

  Una cama de Brass y un letrero a la entrada del aposento: “Maudi soit qui  mali pense”.

Existía en el Guantánamo de los 1960s tres sitios donde muchos se daban cita para airear sus existencias a modo si se quiere de antídoto ante el barraje revolucionario que les caía encima.

Había que “escapar” hacia el mundo  de “Paca” convertido en una especie de santuario.

 Desde el  conocido miembro del Minint, pasando por chicos y chicas del Curato, intelectuales de libros bajo el brazo devotos del “Caimán Barbudo”, profesionales, jodedores, infiltrados, medicos, curas, monaguillos…

Paca:
 protagonista de tórridos amores desde el joven con quien se hubo de casar, hasta el enloquecido lance amoroso con “Caballo Loco” que en un momento de la relación le dejaría signos de violencia en el rostro.

Amistades peligrosas como la del bayamés que se dedicaba a vender visas falsas de Mexico.

Amistades de la UNEAC y del ICAIC procedentes de la capital que se daban  cita en  la casa de El Poeta cuando bajaban hasta el Guaso y Paca era la anfitriona que los recibía y agazajaba. Muy rentable aquello de lo mismo tratar con “ñangaras” que con “gusanos”.

El hecho de ser la hija de El Poeta era todo un privilegio que Paca sabía aprovechar.

Pasaron los años y aquel circulo de personas que la visitaban asiduamente comenzaron a marcharse del país, unos escapando por la Base Americana de Gitmo entre ellos su joven marido, como por Rancho Boyeros el  “Caballo Loco”.

Se fue quedando sola Paca entre las cuatro paredes de la casa de Bernabé Varona.

La intelectualidad oficialista guantanamera siempre tuvo tendencia de ignorarla, de pasarla por alto, acaso por su abolengo burgues, su linaje, que como consecuencia la iria sumiendo en un ostracismo, un abandono, triste y doloroso sin regreso.

La Dulce María Loynaz guantanamera pudiera calificársele.




Vidas paralelas muy parecidas: una hija de un general mambi (autor de la letra y musica del himno invasor) y la otra hija de un laureado Poeta miembro de la Real Academia de la Lengua.

¿Que pudieran tener en común ambas mujeres?

Pues sus respectivos hogares convertidos en santuarios.

En esta crónica escrita con prisa he querido detenerme en uno de los capítulos escenificados por esa potencia, ese personaje, que cubrió largos períodos de su espectacular vida.

El Patio de mi casa
El patio de mi casa lleno de vida
La luz es iris trémulo que pasa
Entre la fronda dormida.

Las campánulas trepadoras,
Las campánulas trepadoras abren su incensario,
Una clueca colma de ruido la hora,
Y los pájaros cautivos glorian este escenario.

Flores que miran,
Flores que miran  con tonos y matices,
Palomas que vuelan, libélulas que giran,
En torno a los cálices felices.

Perro blanco echado,
Perro blanco echado junto al quicio,
De puerta añosa. El tamarindo ahilado,
Es como quien impone a los rosales juicio.

El Poeta.

A Paca.
a Flora Boti


Fue la varona de hierática reciedumbre
férreo apego al terruño solariego
perla y patrona de las arcas
diana de todos los tábanos.


AUGUSTO LEMUS MARTINEZ


La hija de El Poeta.
@Manuel Prieres
Miami Beach
3-9-2017


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