@Manuel
Prieres
Irrumpe
en las elecciones del 2016 en EE.UU. un ciudadano Americano con intenciones de
llegar a la presidencia del país más poderoso del mundo: BERNIE SANDERS.
A
partir que el “Senador Sanders” tiene sobre sus hombros un historial de
militancia social-revolucionaria donde su conducta y sus pasos lo ponen
claramente en evidencia de lo que es y de lo que se propone.
He
aqui una parte de ¿Quien es Bernie Sanders? :
“Todos se preguntan si un socialista puede llegar
a ser presidente de Estados Unidos. La CNN habla de su relación con los kibbutz
de Israel como clave para analizar el desarrollo político de Sanders. Se tratan
de pequeñas comunidades del norte de Israel, cuyo modelo sigue los ideales
comunistas de la Unión Soviética. Sanders es judío y se autodefine como
«socialista democrático». Los medios estadounidenses están destacando este
miércoles que en la década de los sesenta pasó varios meses como voluntario en
una comuna agrícola israelí, o kibbutz, que funcionaba de acuerdo con los
principios marxistas. ESTE FRAGMENTO TOMADO DE UN ARTICULO APARECIDO EN EL
DIARIO ESPAÑOL ABC.”.
Vuelvo al comienzo de este
artículo: “Me preocupa el futuro de mis hijos y mis nietos”… a partir de las
intenciones del “Senador Sanders” de mirar hacia “los milenios” a quienes en sus diferentes presentaciones,
debates y discursos, les ha prometido que “si llega a la Casa Blanca va
promover que los estudiantes de la universidades del país no tengan que pagar un
kilo por ello”. Vaya, una educación gratuita tan sencillo como eso. Claro que
ello suena muy atractivo a los oidos de
“los milenios”. Pero lo que no saben los
chicos o se resisten a saber, que “nada en la vida resulta gratis”.
Hay que pagar siempre señores. Si no es por activa, ha de ser por pasiva.
Hay que pagar siempre señores. Si no es por activa, ha de ser por pasiva.
Ahora una pregunta: ¿Cómo
los milenios van a pagar? Pues a mí se me pudiera antojar partiendo de mi propia experiencia vivida en
un país comunista que los chicos “milenios” tendrían que pagar sus estudios con
trabajo “voluntario”. Y eso –señores- abre una Caja de Pandora peligrosa, pero
muy peligrosa. Cuidado.
Para ilustrar esto que
sostengo publico aquí la experiencia del personaje central VICTOR AGRAMONTE en
la Novela “Senderos de Rocío y Sal” quien en
la obra es llevado a realizar trabajo “voluntario y forzado” en la Zafra
de los 10 Millones por el regimen comunista de Cuba.
He aqui la historia de
Victor Agramonte:
“Me vi sobre la cama de un camión militar Zil
Soviético rodando por la calle Aguilera frente al Parque José Martí en mi
oriental ciudad de Guantánamo.
Estábamos siendo movilizados hacia los campos
de caña. Ibamos como "sardinas en lata". Mi madre casi no había
podido prepararme la mochila. El llamado militar "para la caña" era
para todos los ciudadanos aptos y en condiciones físicas y
"revolucionarias" para ello. Todo se presentaba de súbito como
consecuencia de un Raúl Castro militarizando la Zafra de los 10 Millones, donde
el "honor de la Revolución estaba en juego".
Iba yo rodeado de todo tipo de gente. De entre
las personas que íbamos en la cama del camión, algunos gritaban amenazadoramente
a pobladores que a esa hora estaban sentados en los bancos de granito rosado
del parque José Martí departiendo entre amigos como tradicionalmente se hacía
en dicha Plaza desde tiempos de la colonia.
____¡Gusanos! ¡Para la caña! ¡Sacude la mata,
Fidel ¡Los Diez Millones Van!
Me sentí mal mezclado entre aquella miasma revolucionaria que estaba echando para alante a todo aquel que no estuviera sobre la cama de un camión movilizado para la caña: "Y De Que Van Van; Los Diez Millones Van".
Tiempo después dejábamos atrás la ciudad
comenzando así para nosotros "los movilizados" un calvario. Primero
el vehículo cogiendo temerariamente las curvas de la carretera que en cualquier
momento la treintena de reclutados seríamos despedidos del mismo e impactando
nuestras humanidades contra el duro pavimento.
Después, subiendo y bajando por estrechos y
peligrosos canarreos.
Era de noche cuando finalmente llegabamos a lo
que parecía un Albergue de construcción pre-fabricada. La cama del Zil
soviético olía a demonios, debido a que algunos no acostumbrados a los bandazos
del vehículo, vomitaron.
De construcción pre-fabricada, dicho Albergue
a diferencia de los "Barracones" en tiempo de la República, era
totalmente de concreto, no de madera como en el pasado. En su interior dos
barandas levantadas de un extremo a otro del bungalow donde colocar las hamacas
individuales con un pasillo en el centro. Escasas y pequeñas ventanas;
bombillas de poco wattaje manteniendo así una sempiterna penumbra en el
interior del local; hedor a hacinamiento humano golpeando nuestras fosas
nasales no acostumbradas todavía.
____¡Ateenn Hooo! (¡Atención!) Nos daban la
bienvenida dos Sargentos del MINFAR al tiempo que uno de ellos mordía unas
palabras:
____Reservistas. Nuestro Ministro de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias (Raúl Castro) ha ordenado militarizar la Zafra
de los !0 Millones. Por tanto, la disciplina, las tácticas y los esfuerzos a
seguir, serán como si estuviéramos en una guerra y no en cañaverales picando
caña. Ya es muy tarde, de manera que no hay tiempo para encender los fogones
ahora. Mañana será otro día.
En pocas palabras: "tendríamos que irnos a las hamacas con las barrigas vacías".
Eramos cerca de sesenta personas dentro del
Albergue. El amontonamiento humano palpable y molesto. Casi nadie se conocía.
Los presentes significábamos una especie de corte seccional de la sociedad
imperante en la Cuba comunista de a comienzos de los 70s. Las edades oscilaban
entre los veinte y los cincuenta años. Una buena parte habíamos sido llevados a
los cortes de caña víctimas de sofisticados métodos coercitivos.
Tirado con ropas y todo sobre la hamaca no
podía yo conciliar el sueño. Cuando se tiene hambre no puede uno dormirse.
Ronquidos, expulsión de gases corporales con sus corespondientes tufos.
Cucarachas, ratones, mosquitos, acompañandonos en la penumbra. Eramos unos
extraños cobijados por el mismo techo. Y cometí el grave error humano de
prejuzgar a aquellos que me rodeaban:
"El movilizado a mi lado me pareció un
fanático del castro-comunismo vestido de miliciano, revolver a la cintura y
medalla de la Virgen de la Caridad del Cobre al pecho; en la hamaca del frente
un señor desdentado y actuando camo casi nada ocurriera a su lado, me pareció
alguien de quien yo no debía confiarme; al fondo del Albergue estaban dos
amigos míos del Parque Martí, pensando que con ellos "no habría
problemas"; el hijo de un Teniente del MINFAR movilizado por la Reserva
Militar para salvarlo su padre del Servicio Militar Obligatorio, me pareció un
soplón entre nosotros. Y así, etc. etc."
Pero me equivoqué de plano. Y una vez más en
éste mi caso particular se puso de manifiesto que "las apariencias
engañan".
Tres de la madrugada en el Albergue cañero.
____¡De pie! ¡De pie!
Eran los dos sargentos que masticaban las palabras al hablar.
Prácticamente sin haber pegado los ojos, se nos sacaba de las hamacas y se nos conminaba a formar en el patio del Albergue. Sin lavarnos la cara ni la boca, sin ir a las letrinas de cementado hueco turco.
Después de la formación, ir a vestirnos con
ropas para la caña, hacer una cola para tomar café, cholote ruso, pan duro, y
después subirnos a los camiones que nos llevarían a los cañaverales.
Eran como las cinco de la mañana cuando me ví
en el interior de un tupido cañaveral. Aún de noche. En mis manos dos rústicos
guantes y una mocha Bulgara con casi nada de filo. Su calidad:¡Malísima! Qué
diferencia a las Collins de antes.
Estar dentro de un cañaveral picando caña para
mí era piece of cake por haber nacido y criado en ese mundo de las grandes
extensiones rurales. Pero, al mismo tiempo y de igual forma, la mayoría de los
movilizados para la caña alrededor mío nunca o casi nunca habían estado dentro
de un cañaveral para picarlo.
La pica de caña de azucar es uno de los
trabajos más enredado y extenuante del mundo. Se requiere una constitución
física fuera de los común, como mucha destreza y maña, además. El cañaveral se
nos antoja cuan mar de largos y delgados troncos con sus correspondientes hojas
cortantes como filo de navaja, peluzas que se te adhieren a los guantes, a las
ropas, a la piel. Lo primero a realizar es abrir un descampado para poco a poco
ir pudiendo menejar mejor la mocha. Cortando primero el cogollo, pespués la
caña a dos o tres trozos, e ir levantando una pila para que después sea
recogida y llevada al central cañero a procesarse.
medio día un "alto" sobre el ya
descampado cañaveral cortado para ingerir así un frugal "rancho de
campaña", y después seguir cortando caña hasta que la noche sorprenda.
De regreso ya de noche al Albergue, no todos
podríamos tener el privilegio de ponernos desnudos bajo un tubo que derramaba
agua en un baño que el agua del piso no corría y por tanto se ancharcaba.
No tuve la suerte de bañarme en los primeros
días porque al llegar ya se había cortado el agua. Señores:comer el rancho de
campaña sin haberse uno bañado y después tener que ir a dormir totalmente sucio
resulta una verdadera tortura además por tener el cuerpo lleno de peluzas de
caña. Lo juro.
Pasaron los días y los meses para mí
movilizado en la Zafra de los 10 Millones en forma permanente. Tiempo
suficiente para ser testigo de tantas cosas feas como, por ejemplo, aquel señor
de más de cincuenta años que nunca había picado caña y su falta de destreza con
la mocha le hizo darse un terrible tajo en la pierna izquierda que le hacía
salir la sangre a borbotones. Fue sacado del cañaveral casi moribundo. O el
movilizado que tenía su esposa al dar a luz, y el sargento le prohibía ir a la
ciudad a verla. Ver como los militares y los jefes del Partido Comunista se
iban por las noches para sus respectivas casas en la ciudad y nosotros, los
movilizados, totalmente incomunicados de nuestros hogares y seres queridos. Se
pasaba tanta penuria y hambre que teníamos que "inventar" yendo a
bañarnos por las noches a un río muy distante y recogiendo calabazas dentro de
los cañaverales para hervirlas nosotros mismos y así mitigar nuestra hambre y
debilidad.
El domingo era el único día que no íbamos a
los cañaverales . Era el tiempo que teníamos para lavar nuestras mugrientas
ropas y tener un poco de esparcimiento oyendo la radio y viendo el único
televisor en la oficina del Partido Comunista. Fue la primera vez que ví
tocando música a esa Agrupación que nos tenía locos a los movilizados al
obligatoriamente ser escuchada constantemente en los amplificadores del pequeña
poblado. Era como el himno musical-oficial que conminaba a todos los cubanos a
participar en la Zafra de los 10 Millones donde el "honor de la Revolución
estaba en juego".
Se llamaban los Van Van. Su Director Juan
Formell le había puesto el nombre en honor a la Zafra de los 10 Millones. Los
Van Van, amenizadores a convicción placentera de ese engendro del que fui
testigo donde se mandó a los cubanos a hacer trabajos forzados a los
cañaverales del país. Los Van Van cómplices intelectuales de ese horror.
@Manuel Prieres
Miami
2-12-2016
@Manuel Prieres
Miami
2-12-2016
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