Cuando se dice que no se quiere hablar de un tema en realidad ya se hace: La omisión equivale a la negación. Cuando uno de estos inefables personajes dice que no habla de política, lo que está en el trasfondo es que no habla mal del régimen, ora porque no quiere, ora porque no puede.
Fidel Castro politizó el deporte, para usarlo como medio de seducción de las masas y su control. Asimismo – como lo hizo también Hitler, para establecer la supremacía racial de los arianos –, quiso usarlo como instrumento para demostrar al mundo y a sus rehenes, los cubanos, la superioridad del socialismo/comunismo sobre el capitalismo. En aquella coyuntura histórica de la guerra fría pensó que era conveniente hacerlo: “Denle duro a los gusanos!!!!!!’.
Ahora, fracasado el experimento socialista, con el experimentador mor a las puertas del Averno, hay que mudar la táctica: dentro de una serie de medidas muy bien estudiadas – visita de los miembros de Disintur, “autorización” para el uso de Internet, acceso permitido al Granma Herald (una de las próximas es la inauguración del órgano de prensa dirigido por Yoani, que pueden esperarlo, será una de las figuras políticas de proa en la transición cubana) – nos empujan con la vaselina del “no política” a los peloteros. Detrás de ellos vendrán los cantantes, las modelos, los figurinistas, los intelectuales y hasta los chefs de cocina. Una verdadera horda, una verdadera invasión, que culturizará a la comunidad cubana de Estados Unidos, con todas las diferencias de pensamiento que puedan poseer.
Y estamos viendo todo este movimiento de “un solo pueblo, una sola voz”. Somos, los que pataleamos, como el grillo de Pinocho. Nuestro papel es denunciar, es pelear contra la imbecilización de este exilio, de esta comunidad, que no se da cuenta, de que, en este juego, se está jugando el camino hacia una Cuba libre y democrática.
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