Juan Carlos I
(Juan Carlos I de Borbón; Roma, 1938) Rey de España (1975-2014). Hijo de don Juan de Borbón y Battenberg y nieto, por tanto, de Alfonso XIII, Juan Carlos nació en el exilio; la dictadura instaurada por Franco al terminar la Guerra Civil (1936-39) mantuvo a la familia apartada del trono y del país. Tras vivir con su familia en Italia, Suiza y Portugal, Juan Carlos pasó a España, donde sería educado bajo la tutela de Franco, por acuerdo entre éste y don Juan de Borbón (1955). Recibió una formación amplia, que incluyó como componente fundamental el paso por las academias militares. En 1962 se casó en Atenas con la princesa Sofía de Grecia, perteneciente a la casa real de Grecia, con la que tendría tres hijos: las infantas Elena y Cristina y el que luego sería príncipe de Asturias, Felipe.
Juan Carlos I de España
Las negociaciones de Francisco Franco con don Juan de Borbón, y la importante renuncia personal que hizo el padre al dejar en manos del dictador la educación de su hijo, dieron el fruto apetecido al designar Franco a Juan Carlos como sucesor en la Jefatura del Estado (1969). Desde 1971 las funciones del príncipe se completaron con la previsión de que sustituyera temporalmente a Franco en situaciones de ausencia o enfermedad. Tal situación se produjo, efectivamente, en 1974, cuando Juan Carlos asumió por unos meses la Jefatura del Estado en funciones por enfermedad de Franco.
La muerte de Franco en 1975 conllevó, según las previsiones legales, la coronación de Juan Carlos como rey, restableciéndose así en España la monarquía de la Casa de Borbón. El nuevo rey sorprendió al mundo impulsando entonces una transición pacífica de la dictadura a la democracia desde la legalidad vigente. Tan pronto como pudo se deshizo del último presidente del gobierno nombrado por Franco (Carlos Arias Navarro) y nombró en su lugar a un joven más abierto y liberal: Adolfo Suárez (1976).
Con el apoyo continuo del rey, Adolfo Suárez llevó adelante la reforma política (1977) y reunió unas Cortes constituyentes democráticas, de las que salió consensuada la Constitución que el pueblo español aprobó en referéndum en 1978. En tal proceso, Juan Carlos I renunció a la mayor parte de los poderes que había heredado de la dictadura, quedando convertido en un monarca parlamentario con poderes meramente simbólicos y representativos, similares a los que poseen los demás reyes de Europa occidental. Con ello adquirió un gran prestigio internacional y una popularidad generalizada entre los españoles, pilares que aseguraron la continuidad de la monarquía que encarnaba.
Su última intervención pública decisiva para consolidar el régimen democrático tuvo lugar en 1981, cuando un intento de golpe de Estado protagonizado por Tejero y Miláns del Bosch le obligó a salir públicamente en defensa de la legalidad, desautorizando a los golpistas y utilizando su ascendiente sobre los militares para llamarles a la disciplina; con ello contribuyó a desbaratar el golpe y acabó de ganarse el respeto general dentro y fuera de España.
Coronación de Juan Carlos I en
las Cortes (22 de noviembre de 1975)
Juan Carlos I desempeñó fielmente las tareas que le atribuye la Constitución, interviniendo mediante consultas con los líderes parlamentarios en la designación del candidato a presidente del gobierno después de cada consulta electoral. Su función de representación del Estado le llevaría a viajar incesantemente por el extranjero, en apoyo de la política exterior decidida por sus gobiernos; cabe destacar en este aspecto su liderazgo simbólico sobre la Comunidad Iberoamericana de naciones, así como el apoyo a la integración española en las organizaciones occidentales (OTAN y Unión Europea), que se produjeron durante su reinado.
También viajó frecuentemente para visitar las distintas comunidades autónomas que componen el Estado español: en ese aspecto, la actitud relativamente abierta que demostró hacia la pluralidad cultural y lingüística, la descentralización política y administrativa y las idiosincrasia de las diferentes regiones facilitó el mantenimiento del frágil equilibrio entre unidad y diversidad que diseñó la Constitución de 1978. Sin que por ello faltasen esporádicamente voces críticas, puede afirmarse que Juan Carlos I mantuvo intacto su prestigio y el de la institución durante la mayor parte de su reinado.
Los últimos años, sin embargo, fueron difíciles. En 2011 estalló el llamado caso Nóos, un escándalo de corrupción protagonizado por el yerno del rey, Iñaki Urdangarín: al parecer, el marido de la Infanta Cristina había aprovechado durante años su vinculación con la monarquía para desviar fondos públicos hacia el Instituto Nóos, una fundación teóricamente sin ánimo de lucro que él mismo presidía. Aunque Urdangarín eximió a la Infanta Cristina de toda responsabilidad, la imagen de la Casa Real quedó empañada, y la lentitud del proceso judicial, con revelaciones que apuntaron a la Infanta y al mismo rey, no contribuía precisamente a olvidar el asunto.
No menos funesta para el crédito de la monarquía fue la noticia que saltó a los teletipos en abril de 2012: en un contexto de fuerte crisis económica en el que Juan Carlos I se había sumado a las voces que pedían sacrificios a la población, se supo, a raíz de un accidente en que se fracturó la cadera, que el rey se hallaba cazando elefantes en Botsuana. Juan Carlos I hubo de pedir disculpas públicamente nada más salir del hospital, y pareció decidido, pese a sus problemas de salud, a entregarse de nuevo a su labor institucional. Sin embargo, el 2 de junio de 2014 anunció su decisión de abdicar en favor de su hijo, el príncipe Felipe de Borbón, esgrimiendo como motivos su avanzada edad y la necesidad de un relevo generacional para hacer frente a los retos del futuro
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