Por @ Manuel Prieres
(Como dijera Al Paccino en el Padrino: “No es personal…”).
(Dedicado a todos los que
regresan existiendo aún las causas de la partida un día).
”Me voy. Tengo que abandonar mi país y no se si la
HISTORIA ME ABSOLVERA, pero qué otra cosa hacer sino huir de esta pesadilla que
nos enloquece a todos…” MP.
Ahora hay más comprensión en
mí al ponerme en el lugar de aquellos que partieron mucho antes. Ahora sufro el
mismo flagelo que ellos sufrieron años atrás cuando la incompresión cabalgaba
por doquier.
Ahora me siento algo culpable de no haberme identificado más con la situación de aquellos a quienes la Revolución descargaba todo el peso de su radical, triunfalista y ambicioso brazo.
Ahora me siento algo culpable de no haberme identificado más con la situación de aquellos a quienes la Revolución descargaba todo el peso de su radical, triunfalista y ambicioso brazo.
Eran tiempos en que los
apóstatas patrullaban las calles con verbo desenfrenado y adjetivante:
“esbirros”, “siquitrillados”, “gusanos”, “vitongos”, “burgueses”, “curas
falangistas”, “contrarrevolucionarios”, “lumpens”, “vagos”, “apátridas” !Ese!
–apátrida-. Ese fue el que me colgaron a mí cuando solicité abandonar el país.
(Además del que ya tenía de “gusano”).
“Me voy, pues soy uno de esos seres marcados en
esta sociedad revolucionaria donde no me he integrado”.
Hasta cuándo seguir pensando
que vendrán los Americanos, si en su lugar Cuba resulta un gigantesco arsenal
Made in URRS, con las bocas de las “cuatro bocas” apuntando a todas
direcciones. Cuando disentir - !señores! – es una boleta hacia el único destino:
la penumbra, la soledad celular o el
pétreo paredón. Pero -!Dios mío! – es que afuera no se dan cuenta… no se
percatan de que en la sociedad policial y cerrada comunista, el ciudadano es un
ser “maniatado y amordazado”, tanto física (por la represión) como
intelectualmente (por la censura). ¿O es que afuera se piensa que aquí adentro
existen instituciones que protegen o ayudan al que disiente?
¿Acaso los de afuera
(indigestados de tanta libertad) olvidan la omnipresencia del paternal estado
marxista en las 24 horas del día en la vida del ciudadano? ¿No lo saben? !Pues
sépanlo, coño! Es que no saben que se llega a una etapa en el mal llamado proceso
de transición del “capitalismo al socialismo” que todo resultare ilegal: si por
ejemplo queremos alimentarnos como Dios manda, es ilegal, ya que atenta contra
el racionamiento oficial. Si queremos trabajar o realizarnos en lo que nos
apetece, es ilegal, porque tenemos que ir “donde la revolución nos necesita”.
Si queremos ser fieles, creer y practicar nuestras enraizadas costumbres y
tradiciones, es ilegal, porque conlleva a sustentar “viejos vicios burgueses y
tradicionalistas”; porque si nos rebelamos ante la imposición totalitaria,
también es ilegal, ya que se atenta contra la seguridad del estado; porque si
invocamos a Dios –también por supuesto- es ilegal, ya que resultan “creencias y
prácticas oscurantistas” con las cuales el materialismo dialectico e histórico
es incompatible. En resumen, el marxismo aborrece y culpa al poderoso por el
espectro de la desigualdad social, así como desprecia al débil, al humilde, al
ignorante, por su letargo apáticol y su condición de carga social.
!Que ignorancia
– la nuestra- aquella de los primeros años cuando se pensó que la desigualdad y
la injusticia social se podría eliminar con la “lucha de clases”; es decir, con
la fuerza y el despojo patrocinado por el absolutismo estatal! !Qué ceguera
ciudadana aquella cuando creíamos fervientemente en “fantásticas fórmulas
mágicas” capaces de transformar nuestras vidas y destinos del día a la noche! !Qué
garrafal error –el nuestro- aquel de subestimar la tamaña magnitud,
consecuencia y resultados a posteriori de jugar a la revolución desconociendo
sus inexorables reglas: “Pon Pon en el Paredón”; “Fidel ésta es tu casa”; “ Si
Fidel es comunista que me pongan en la lista”; “Cuba sí, yanquis no”. Y más
tarde aquello de “Remember Playa Girón”; “El hombre puede más que la
naturaleza”, etc. Consignas y exabrutos recogidos por muchos a través del proceso
sin detenerse a valorar su verdadero alcance y perniciosidad. Por eso, por todo
eso, y mucho más, tendría que llegar aquel 13 de marzo de 1968: día escogido
por la revolución comunista que en labios del “autócrata”, quien soberbio
frente a las cámaras de television vomitaba la “Gran Ofensiva Revolucionaria”.
Fin de la “Lucha
de clases” y el advenimiento del Estado Policial en todo su alcance y magnitud.
Dostoiesvki
predijo que el socialismo le costaría a los rusos cien millones de vidas: al
cubano, en Cuba, la “lucha de clases” le ha escamoteado además de la vida, la
SONRISA de los labios, así como el derecho natural a nacer, crecer, realizarse
y morir en la misma tierra.
Me voy, sí, me
voy. !Quién me lo puede reprochar! !Qué fantástica experiencia ésta de una
partida tan especial con solamente 30 kilos a las espaldas! Sí, porque es una
partida arrancada de raíz, y aunque la “nueva
tierra será fértil, seguro que se tardará en florecer, en echar frutos”.
¿Cómo olvidar
tan fácil toda una vida echada en un sitio en especial para nuestros mayores
que nos acompañan en la Aventura?
!No! No quiero que se me
olvide nada de este instante transcendental, doloroso, crudo, hiriente; quiero
que tengan conocimiento y conciencia de él, mis hijos, mis nietos, mis
biznietos, mis tataranietos; quiero que nadie olvide -!Jamás! – este crimen intelectual-científico
que más que asesinar vidas, resulta desviar
hacia lejanas dimensiones , oscuros e indescifrables destinos a seres
inocentes, víctimas de la historia hecha por manos aventureras, ambiciosas, criminales.
No, no quiero olvidar - !Jamás!- aquel agente del Ministerio del Interior, al
servicio del comunismo, que perpetró el desalojo y el robo investido por la
Patente de Corso de una revolución: ese sicario uniformado que al cerrar detrás
de si la puerta del que fue nuestro hogar, y que al guardarse en sus bolsillos
verde oliva la llave de la cerradura de nuestro pequeño mundo, agredió flagrantemente
una parte de la verdad, la razón, el amor y el orgullo de decencia.
Como dijera Malraux: “La
Condición Humana”.
@Manuel Prieres
Reescrito en Miami “Tierra
Firme” Junio del 2014.
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