PART II
LA ULTIMA CONVERSACION DEL POETA
SOSTENIDA CON EL PADRE PASTOR GONZALEZ ANTES DE SUICIDARSE.
Dedicado a “La Comisión de la Verdad
Ariel Falcón”.
@Manuel Prieres
El joven poeta que tenía la mirada fija
en el enmosaicado piso, levantó la cabeza y mirando fijamente a aquel hombre de
sotana que con los años había aprendido a querer y respetar, dijo:
__Bien. Voy a sacar esto que tengo
dentro y que me quema como una brasa ardiente. !Voy a compartir con usted mi tormento!
El padre Pastor en silencio aguardaba
con marcada atención.
__Tengo ahora 24 años __comenzó a
hablar Ariel__ Recuerdo cuando lo conocí. Tiempos aquellos enojosos cuando su
llegada aquí; cuando la confusion, el miedo, las turbas de milicianos en las calles gritando y arrasando a su paso.
Tenía 16 años y recuerdo que junto a Dagoberto, Pepé y otros nos acercamos a
usted ofreciéndole nuestra solidaridad y protección. ¿Recuerda Padre? (Pastor
asintió con la cabeza). Sin embargo, para mí fueron, a pesar de las tribulaciones,
años hermosos que me ayudaron mucho en mi formación y crecimiento. Usted sabe
cuan difíciles son los 15, los 16, los 17 para cualquier muchacho que no sabe
si es hombre u otra cosa. Nos insufló usted fuerza moral para sortear los
riesgos y las flaquezas que nos salían al paso en cada momento. Pero han pasado
los años, y el resultado final es que he sido muy golpeado. No sé si es que soy
un flojo, no sé si es que soy muy sensible, ¿acaso mi mala suerte? Lo cierto es
que he !reventado!
___No hables así___le salió al paso
Pastor.
___!Escúcheme, Padre! Ahora soy el
que quiere hablar hasta por los codos. Calle, por favor.
“Como usted sabe mi familia está
integrada a la revolución. Es verdad no es que sean comunistas, pero sí
encantados por el proceso. Yo vengo a ser como la oveja negra. Amo a mis padres
porque en el fondo son buenos, pero la revolución como si los hubiese
enajenado.
“Cuando terminé mi bachillerato
decidí ir a la Universidad de La Habana a estudiar Ciencias Biológicas. Ya en
la capital, poco a poco me fuí haciendo un agradable ambiente a mi alrededor.
Logré meterme en la Coral de la Universidad, y en una oportunidad que se iba a
montar la obra de Cecilia Valdés se me escogió para que cantase en ella. Todo
iba bien, pero que un día
recibí un telegrama de
mi familia en que se me pedía regresase inmediatamente a Guantánamo porque
estaba citado por el Servicio Militar Obligatorio.
“Regresé, y lo que me aguardaba era el feo rostro de una
realidad que se llamaba el UMAP (Unidad Militar de Ayuda a la Producción). En
las llanuras de Camagüey, en un sombrío páramo conocido como La Esmeralda, me
estaba aguardando un sitio. ¿Mi delito? Ser Católico práctico y militante.
(Continuará con una tercera entrega)
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