miércoles, 21 de diciembre de 2022

EL CAÑAVERAL DE SANTA MARIA


 Polvoriento camino,

obscura madrugada,
fina niebla,
camión cañero
que ruge y se desahoga
en estridente como melódico clamor.
AMANECE.
Ya en el firmamento la aurora despierta;
ya las sombras circundantes se transforman.
Visión intensa; suelo cálido y perfumado
que ante nuestros ya acostumbrados ojos adopta -siempre-
forma de mágica alfombra.
¡Tierra que hierve!
Tierra rociada por el sudor a miel,
por el aire juguetón del trópico,
por todas las cosas que nos rodean.
¡Es imposible concebir una isla tan habitada de cañas erectas!
Cañas: orgullosas e inflexibles,
cañas de hojas que al batirlas el viento,
suenan y sonríen.
Hojas que hacen sangrar a todo el que las toca,
conformando manto ondulado e inquieto
que endulza !allá, muy lejos!
en el horizonte mismo.
QUE DURO ES EL CAÑAVERAL AL MEDIODIA
CUANDO TODA LA TIERRA ARDE BAJO LOS PIES;
QUE DURA PRUEBA PARA EL QUE PICA LA CAÑA.
Difícil probar que el abrazo de sus tajantes tentáculos verdes,
sus punzantes espinas,
las amelladas mochas,
son su Génesis.
QUE DURO PARA EL CUBANO QUE LA TIENE QUE PICAR
soportar el calor de sus entrañas,
con esa sed: sed
atenuada solamente
por el constante masticar en su dulce fruto;
sed persistente
sed incómoda,
sed que pone blanco los dientes.
No se preocupen Artistas y Poetas,
siempre les quedará un lugar
para que la inspiración no les falte
y pudiendo continuar con aquello de
“Caña de azucar:
rumor
tus hojas cantan
reclamo acostumbrado del bueyero
ojiiinegroooooooocogeeeeltrillovenado”
Mientras por solitaria guardarraya
crujiendo y lamentándose
la vieja carreta.
Este poema aparece en el libro Desheredados
autor Manuel Prieres.

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