“Eran dos:
UNO...Jabao, con mirada torba,
(esos que agachan la cabeza para no mirar)
y militante del Partido;
EL OTRO: un joven y su brazo armado de una PEPECHA rusa.
----¿Qué se les ofrece? -preguntamos-.
----EN NOMBRE DEL PODER POPULAR QUEREMOS
SUS BIENES...TODOS SUS BIENES—Contestó el de mirada torba.
Era un 3 de octubre de 1963,
era el día que nos desheredaron.
*****
Se quiebra el corazón
ante la idea de no ser ya dueño de lo suyo.
Se quiebra el corazón
ante la idea de no volver a acariciar los animales
que se vio nacer,
que se vio morir.
Se quiebra el corazón
ante el dolor, EL AGUDO DOLOR EN EL COSTADO
DE TENER que abandonar el querido RANCHO KSO:
nuestro hogar de techo de Yarey y paredes de madera trabajada;
el pequeño y precioso jardín atendido siempre por Mamá;
los innumerables recuerdos: personales y familiares
recuerdos que serán víctimas de la indiferencia y el
olvido de los nuevos extraños.
Se quiebra el corazón
ante la idea de tener que entregar a LA FUERZA- EN SEGUNDOS- algo que constituyó la paciente,
la constante e incómoda a veces, obra de cincuenta
largos años.
Se quiebra el corazón
ante la insoportable visión
de ver cómo se lo reparten todo
ante nuestras miradas.
UNO...Jabao, con mirada torba,
(esos que agachan la cabeza para no mirar)
y militante del Partido;
EL OTRO: un joven y su brazo armado de una PEPECHA rusa.
----¿Qué se les ofrece? -preguntamos-.
----EN NOMBRE DEL PODER POPULAR QUEREMOS
SUS BIENES...TODOS SUS BIENES—Contestó el de mirada torba.
Era un 3 de octubre de 1963,
era el día que nos desheredaron.
*****
Se quiebra el corazón
ante la idea de no ser ya dueño de lo suyo.
Se quiebra el corazón
ante la idea de no volver a acariciar los animales
que se vio nacer,
que se vio morir.
Se quiebra el corazón
ante el dolor, EL AGUDO DOLOR EN EL COSTADO
DE TENER que abandonar el querido RANCHO KSO:
nuestro hogar de techo de Yarey y paredes de madera trabajada;
el pequeño y precioso jardín atendido siempre por Mamá;
los innumerables recuerdos: personales y familiares
recuerdos que serán víctimas de la indiferencia y el
olvido de los nuevos extraños.
Se quiebra el corazón
ante la idea de tener que entregar a LA FUERZA- EN SEGUNDOS- algo que constituyó la paciente,
la constante e incómoda a veces, obra de cincuenta
largos años.
Se quiebra el corazón
ante la insoportable visión
de ver cómo se lo reparten todo
ante nuestras miradas.