Nuestra casa en Agramonte 857
en Guantánamo en esta condicion de deterioro se encuentra ahora
despues que nos fuimos... para no volvder.
@
Manuel Prieres
18
de abril continuábamos nosotros confinados en nuestra casa de Agramonte 857,
pero a pesar de mi corta edad y mi ignorancia
pude olfatear que algo ocurría: los del “Comité de chivatos, pero que ellos se autotitulaban
Ciudadanos Cívicos- Revolucionarios” comenzaron a pasar frente al corredor de
nuestra casa saludando a mis mayores padres: “¿Cómo andan Matías, Isolina?” “Con los pies”, le contestaba mi
padre un asturiano que no se andaba por las ramas.
Ese
cambio de comportamiento me intrigaba un tanto al igual cuando recibí el mensaje de un amigo de correrías por los
clubes de mi ciudad en mi jeep Willy, hecho miliciano y practicante de marchas:
“Uno, dos, tres, cuatro, comiendo MIERDA y rompiendo zapatos”.
En el mensaje me decía que “había sido él quien había cogido mi jeep pero que lo
cuidaba mucho, que no me preocupase, que me lo devolvería cuando pudiera”.
Había un problema en ese 18 de abril y era que existia cierto nerviosismo por la posibilidad de otra “cabeza
de playa” frente a las costas cubanas. Experimentandose un manifiesto cambio en la
actitud hacia nosotros de los “comiendo caca y rompiendo zapatos” hacia la gusanera.
Años
después me enteraría que los Sea Furys y T-33 acabarían con los sueños y esperanzas
de mil y tantos exiliados cubanos.
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