domingo, 17 de enero de 2010

1970: LOS CAÑAVERALES EN CUBA COMUNISTA AGUARDAN POR LOS QUE SE VAN DEL PAIS


Cañaverales cercanos al Ingenio procesador de azúcares.
foto Google Internet

Un Cañaveral de caña de azucar.
Foto Revista Ideal

"¡Y de que Van Van, los diez millones Van!

Era el grito de guerra del castrocomunismo en el año de 1970 cuando "la dignidad de la Revolución estaba en juego en hacer 10 millones de toneladas de azucar"..

El músico Juan Formell -un arrastrado de la revolución comunista- para dejar para la posteridad su apoyo a la Zafra de Los Diez Millones fundó un grupo "timbero" al que bautizó como "Los Van Van".

Con esa actitud el creador de Los Van Van firmaba para siempre su complicidad con ese engendro de trabajo forzado colectivo sancionado incluso por Los Derechos Humanos donde claramente se establece que ningún Estado puede obligar a un pueblo a realizar trabajos forzados..

A continuación, narremos nuestra experiencia testimonial de lo que significó para mí la Zafra de Los Diez Millones en Cuba comunista.
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¿Acaso los cubanos desterrados nos preguntamos todos los días al despertarnos el precio que hemos tenido que pagar para volver a ser libres?

Bien. Entonces repasemos hoy aquella vejaminosa y obligatoria "agricultura" que nos impuso el castrismo como estipendio.

Efectivamente, diremos que cuando un ciudadano informa al régimen de Castro, el propósito de marcharse para el extranjero; a reunirse con la familia que está fuera, o, sencillamente, por incompatibilidad con el sistema gobernante; de inmediato sufrirá las consecuencias de su decisión. Y la agricultura será una de ellas.

¿Qué puede significar la agricultura para el cubano que se marcha? ¿Hasta que punto puede influir en EL QUE SE VA, ese tipo de agricultura, tan diferente a como normalmente concebimos el trabajar en el campo?

El cubano comenzará pagando su cuota, al tener un día que separarse de su familia. Será conducido a las labores del campo, en calidad permanente. Sentirá, por primera vez, el nuevo contacto de la ropa fuerte de trabajo. Sus pies serán víctimas de las nuevas y rústicas botas, que desollarán sus carnes. Y sentirá a las espaldas el inflexible y pesado contacto de la mochila que guardará ¡por sabe Dios cuanto tiempo! las escasas pertenencias personales. Por último, saldrá a la calle cubriéndose la cabeza con un alón de yarey.

Se despedirá de la familia. Será una despedida para el trabajo, muy diferente a la que hasta ahora estaba acostumbrado. En un sitio convenido, esperará el transporte que se lo llevará. Será un camión de carga de caña de azucar. En el camión también irán numerosas personas, todas marcadas por el sello de la confusión y el disgusto. También irán los escoltas de uniforme verde olivo y pistola MAKAROV al cinto: ellos dirán que son los jefes de brigada, los que dictarán las órdenes...los que conducirán.

Y se iniciará el viaje.

Se cruzará por pueblos y ciudades. Y los pobladores: unos, se detendrán curiosos ante el paso de la caravana; otros, ya acostumbrados, no prestarán atención. También los caminos de tierra ¡estrechos e inhóspitos! cubrirán con el seco polvo a todos. También el agua lluvia bañará los rostros, y vendrá la preocupación de un posible resfriado, y hasta se hurgará nerviosamente en los bultos hasta hallar la milagrosa pildorita (aspirina). Habrá que protegerse con nylons y capotes improvisados de la fría lluvia. Y, por primera vez, para muchos sabrán como se seca la ropa mojada en el cuerpo mismo.

Ya de noche a un antiguo almacén de fertilizantes irá a concluir el largo y azaroso viaje. Los jefes de Brigadas castrocomunistas, ordenarán que todos se replieguen por los alrededores de la desvencijada edificación. El cansancio y el agotamiento podrá más , y LOS QUE SE VAN, tirados pesadamente en el suelo junto a sus respectivos bultos.

Reflexiona uno ante el espectáculo, y se dice: Que equivocados están los que intentan hacer de todos los ciudadanos de un país:GUERRILLEROS en potencia. Aquellos que piensan porque una pequeña élite, una reducida vanguardia que está dispuesta... que se acostumbra perfectamente...y que se identifica plenamente con la vida nómada, que los demás podrán o desearán hacerlo también: se equivocan.

No obstante, siempre resultará una inolvidable experiencia, el recordar como tantos seres humanos acostumbrados a una vida: específica, normal y organizada hasta cierto punto, se encuentren , de pronto, lanzados al suelo húmedo, endurecido y con un penetrante olor todavía de un viejo almacén de abonos.

Miremos cual será su nueva existencia impuesta:

En un paisaje campesino, rebosante de naturaleza y belleza por doquier, se encontrará situado el albergue cañero. Instalación que acampará a los recien llegados. Serán dos edificaciones de madera: antiguas y olvidadas. Una servirá para alojar a LOS QUE SE VAN; la otra, hará de cocina y comedor. La instalación mayor, de acuerdo a su tamaño, bien podría alojar a cuarenta o cincuenta personas; pero, sin embargo, ésta tendrá que admitir a ochenta seres humanos. Toda una promiscuidad. ¿Solución para alojarlos? Construir literas de balaustradas para aprovechar mejor el espacio del viejo almacén.. El piso de tierra y un fuerte olor a fertilizante nunca abandonarán a los recien llegados QUE SE VAN. (¡Pobre de los asmáticos!). La cocina tendrá una enorme mesa de madera -robada a algún siquitrillado- en el mismo centro del local; con banquillos también de madera: largos y bajos que servirán de asientos. El fogón, de cinco hornillas, se alimentará de leños secos. Y distante, como a veinte metros, estarán las letrinas.

Podría decirse que el panorama que rodeará al campamento de ALBERGADOS QUE SE VAN, será un pedazo de la campiña cubana: todo verdor, opacada por aquellos puntos grises puestos allí por el castrocomunismo...y para bochorno e ira de todo aquel cubano digno, de "como antes".

El primer día de campamento será para crear condiciones, ciertas bases donde reposará la "nueva vida". Se sacudirán las paredes atestadas de telaaraña. Se barrerá el endurecido piso de tierra. Se asegurarán las hamacas y los cajones de maderas, que harán de lecho y mobiliario individual, para hacer más llevadero aquel infierno obligatorio...pero donde se aprenderá una lección dentro de la adversidad.

También, el primer día, los jefes de brigada castrista, darán a conocer un comunicado del Departamento de Inmigración Castrista, donde quedarán claramente establecidas las reglas del juego:

"EL APATRIDA QUE SE MARCHA DEL PAIS NO TENDRA DERECHO A RECLAMAR NADA EN ABSOLUTO, Y SI TENDRA -por otra parte- QUE SOMETERSE INTEGRAMENTE A LAS DIRECTRICES EMANADAS POR LA DIRECCION DE INMIGRACION. CUALQUIER INFRACCION COMETIDA EL RESPECTO, PODRIA REDUNDAR PERJUDICIALMENTE A LA HORA DE AUTORIZARSELE LA SALIDA DEL PAIS..."

El "de pie" (hora de levantarse) será a las cinco de la madrugada. Después, media hora para ordenarse y desayunar PAN CON CHOCOLATE RUSO (El Cholote, es fécula de sémola de trigo). A las cinco y media a.m. unos camiones cañeros -también rusos- trasladarán al personal al sitio convenido para iniciar la faena "voluntaria".

Ahí estará EL CAÑAVERAL -para muchos- por vez primera. Se soltará del trabajo forzado a la una y media p.m. permitiéndose cuarenta y cinco minutos para almorzar. La comida se les llevará al campo. El almuerzo será por lo general, a base de arroz, carnes en conservas (made in paises socialistas) y pan. El agua de beber les será llevada desde el campamento en rústica bidonetas metálicas (recipientes de almacenar grasas comestibles, que después de vaciados son utilizados en el traslado del agua) , los que sin la debida higiene, y el agua: sin clorificación y recogiendo el polvo del camino, será la que habrá de beberse. Al caer pesadamente la tarde sobre los campos de caña, se soltará. Será a eso de las 7.00 p.m. El personal QUE SE VA regresará nuevamente al campamento en camiones. Ya en el albergue, los que decidan recorrer el kilómetro que los separan del arroyo, para bañarse, sabrán que comerán "el rancho" de la tarde frío, pues se servirá inmediatamente a la llegada del trabajo. ¡Bonita disyuntiva! O el cuerpo sucio, o el estómago descompesado.

Se le entregará a cada albergado una mocha (Machete especial para el corte de caña de azucar). También se les prometerá a todos GUANTES para las manos a la hora de picar la caña, pero de momento: a manos limpia. Se distribuirán limas para sacarle filo a las mochas nuevas; aunque cierto es que las mochas nuevas habrá antes que meterlas en el fuego: al rojo vivo, pues será el único medio de extraerles filo.

Para que nos hagamos una ide más concreta de lo que significa un día de faena en el cañaveral, entraremos pues en detalle:

Hay que reconocer que resulta impresionante como un material humano tan eterogéneo, procedente de tan diversos otrora niveles sociales, verlos a todos protagonizando una actividad laboral -que como cualquier otra- tiene sus reglas y leyes. Resulta impresionante observar los estoicos esfuerzos de un ex-oficinista, o un ex-comerciante, o un ex-profesional, o un ex-técnico, intentando, día tras día, dominar la poderosa personalidad del cañaveral.

O descifrar la lucha interior...esa evolución lenta del individuo ya entrado en años: metódico y amante de la paz del hogar, enfrascado en personal y agotadora confrontación por adaptarse al medio.

O ¿cómo olvidar esa imagen? Una imagen del rostro cenizo y sudoroso de quien pica la caña en el cañaveral recien quemado: ver como sus ropas se le tiñen de negro y los pulmones contaminándosele al nom plus ultra, y verlo repitiéndose una y mil veces: ¡Esta no es mi profesión!

Esas eternas noches de abstinencias cuando el hambre impone su ley. ¿Solución? Ingerir bastante agua de azucar conque engañar al estómago. Depertarse sobresaltado en las madrugadas, y percibir la presencia de setenta seres humanos con el cuerpo extenuado por el trabajo, la mala vida, expeliendo fuerte olor a sudor. Sudor de todos los días. Olor fuerte...olor que prisionero en tan reducido espacio se queda, no puede salirse.

No hay idea de lo que en una tierra tropical es tan imprescindible el baño corporal diario, necesario para poder deshacerse del sudor que en tierras ecuatoriales pone pegajosa la piel.

Por eso, porque en el albergue cañero no habrá baños,y solamente a un kilómetro de distancia existirá un pequeño riachuelo; imaginémonos, entonces, después de largo día de trabajo forzado, tener que desplazarse hasta el pequeño arroyo para deshacerse del polvo, la ceniza y la grasa del cañaveral. Pero que, si no se hace el sacrificio, resultará muy incómodo irse a dormir. Imposible conciliar el sueño reparador, cuando el cuerpo está sucio y las espinas de la caña de azucar hincan por todos lados. Sólo el cansancio acusado del hombre, tras arduo día de fuerte trabajo, contribuirá a que llegue el sueño.

Así, más o menos, estimados amigos DEL MUNDO LIBRE, será la existencia para LOS QUE SE VAN...en los días...los meses.. y los años.

¿Derechos Humanos? ¡Ay Dios!

Mientras formell y sus "timberos" no dejan de colaborar con la sin razón, coreando: ¡Y DE QUE VAN VAN; LOS DIEZ MILLONES VAN!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE LA TUMBE EL VIENTO , AHORA MAS QUE NUNCA QUE DE CENTRALES SOLO QUEDAN AMASIJOS DE HIERROS PODRIDOS POR EL ACIDO COMUNISTA , QUE VERGUENZA , APENAS SIN TECNOLOGIA CUBA FUE EL PRODUCTOR #1 DEL MUNDO ANTES DEL BANDALISMO CASTRISTA , DESPUES EL PAIS COMENZO A CARECER DE TODO , LE ZUMBA EL MEREQUETENGUE COMPAY , HASTA EL AZUCAR Y LA SAL HAY QUE COMPRARLA EN EL EXTRANJERO. CHUPATE ESA MONTELONGO CAÑON , DILE A PLUTARCO QUE EL NO FUE EL MEJOR BANDIDO DE SAN NICOLAS.

Anónimo dijo...

Gracias por colaborar. Una pregunta: alguna vez fuiste a picas caña. Porque eso es lo que le vamos a echar en cara al Formell de "Los diez Millones" que él fue el amenizador de ese horror. M

Anónimo dijo...

Si y de la mala , la que crece entrelazada que parece un maja , ese es un trabajo que el que no lo ha hecho ni idea tiene .