Santander- Ciudad
SANTANDER
VII
Febrero
25, 1973
Hoy.
Aquí, en esta ciudad costera de cara al Cantábrico, ha sido un día
de mucho trabajo, mucha lluvia y demasiado frío. Comencé por la
mañana a repartir propaganda junto al jefe principal y una joven
llamada Gloria (cubana). Desde muy temprano comenzó a llover y
nosotros a mojarnos. El jefe que teníamos fue inflexible e
indiferente al agua que nos caía (él también se mojaba). (En
España he aprendido a no tener miedo a mojarme). A las 2.50 pm. Se
almorzó: Potaje de frijoles blancos (por estas tierras se les llama
“alubias”); filete con patatas y vino del corriente. Mi ración
importó 148 pesetas. Según tengo entendido se nos pagará 700
pesetas diarías, pero tendremos que correr con todos los gastos.
Esperemos a ver cómo se sale.
La
tarde fue menos incómoda -por que no llovía- pero el volumen del
trabajo fue el mismo.
Ya
de regreso al Hostal donde nos hospedábamos, me di un baño: que,
por supuesto,
fue con agua semi fría, pues se había roto el calentador.
A
las 9.30 hice una llamada a Madrid. Hablé con mi madre, con mi
esposa y supe de mi hijo.
A
mi mujer le dí algunas instrucciones; la conferencia telefónica
duró 6 minutos.
Para
resumir este día, diré que lo visto en Santander me parece
interesante; creo que es una ciudad de unos 150,000 habitantes. Con
una importante salida al Cantábrico, y sus gentes me han parecido
bastante accesible. Aunque cuando nos ven se dan cuenta que somos
forasteros. Y termino a las 12.15.
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Toros de Guisando son un conjunto escultórico vetón que se ubica en el cerro de Guisando, en el término municipal de El Tiemblo, en la provincia de Ávila (España).
Se datan entre los siglos II y I antes de Cristo, con preferencia a la creación en el siglo II a. C., durante la Edad del Hierro.
Se trata de cuatro esculturas realizadas en granito que representan cuadrúpedos, identificados como toros o verracos(cerdos sementales), con preferencia a la suposición de que se trata de toros, ya que algunas de las piezas presentan, en la cabeza, oquedades consideradas para la inserción de cuernos.
Las cuatro esculturas se encuentran costado contra costado, formando una línea en dirección norte-nur y todas ellas mirando hacia el oeste, a la loma del cerro de Guisando, del que reciben su nombre, dejando a sus espaldas el arroyo Tórtolas, frontera natural que separa las comunidades de Castilla y León yMadrid.
La importancia de la ganadería para la subsistencia del pueblo vetón hace suponer que estas estatuas eran protectoras del ganado, aunque ésta es solamente una de las muchas teorías planteadas en torno a la función de estas esculturas.
Marzo
1, 1973
El
día que dejé Santander fue un día lluvioso y húmedo: como todos
los pasados en aquello hermosa ciudad del norte (con su Cantábrico
al frente). Nos dirígíamos hacia Oviedo. Llegamos muy tarde en la
noche a la mencionada ciudad: con frío, con hambre y con bastante
dificultad para conseguir alojamiento.
¡Por
fin! Fidel Parente y yo nos hicimos de una habitación. Quedé tan
sobrecogido ante el ingente abandono a mi derredor, que decidí lo
siguiente: “Mañana temprano me voy de aquí”. Sin embargo, no
hubo necesidad, pues a Oviedo no había llegado el material de
propaganda enviado desde Madrid por Transporte por Carretera;
teniéndonos que marchar hacía León esa misma mañana.
En
el trayecto hacia León, sucedieron varias cosas dignas de
consideraciones; como, por ejemplo, el lento ascenso por la
zigzagueante carretera en el puerto de montaña: “Pajares” (1,000
metros s.n.m) con el natural malestar en los oídos, y el aumento de
los latidos del corazón. Me quedará la impresión por varias horas
sobre el esplendor, belleza y poderosa personalidad del paisaje
frente a uno. A la izquierda, como queriendo tocar el cielo las lomas
del “Pajares”: vestido de
blanca
nieve; a la derecha, el abismo: adornado en sus mismisimos fondos por
la exhuberancia presente de los bosques de pinos.
Complementando
esta fascinante imagen de naturaleza, también vi, por primera vez, a
unos rudos, saludables y algo “ausentes” montañeses de esas
regiones, calzando las prácticas “Madreñas”: (Unos zapatones
hechos de madera, muy parecidos a los “zuecos” holandeses).
Ya
en León, nos hospedamos en un hotel que me pareció el Waldorf
Astorias; tenía baños individuales y sólo costaba 150 pesetas
diarias.