En
menos de un año la oposición cubana ha perdido a dos de sus más
importantes líderes. El 14 de octubre pasado se
apagaba la vida de Laura Pollán,
coordinadora principal de las Damas
de Blanco y
figura clave en la excarcelación de los prisioneros de la Primavera
Negra. Hace una semana falleció -a consecuencia de un accidente aún
por esclarecer-Oswaldo
Payá,
fundador del Movimiento Cristiano Liberación. Estos activistas
contaban con gran reconocimiento nacional e internacional y su
ausencia física llega en un momento de búsqueda de nuevos
horizontes para el sector disidente. De ahí la necesidad de analizar
el escenario en que estas muertes se han producido y el efecto que
podrían tener en un futuro inmediato.
Dentro
de las filas de la disidencia existe una gran variedad de opiniones
respecto a los posibles caminos y destinos de la transición. Aunque
algunas de esas rutas son divergentes, también hay numerosos puntos
en los que todas confluyen. La necesidad urgente de que se produzcan
cambios políticos, sociales y económicos es el hilo común que
atraviesa a la sociedad civil. Los llamados a poner fin al
hostigamiento contra los inconformes, a los arrestos arbitrarios y a
las condenas judiciales por motivos políticos forman parte de esa
agenda común. Todos concuerdan además en reconocer el agotamiento
de soluciones que muestra el Gobierno de Raúl
Castro ante
los acuciantes problemas nacionales.
El
coche accidentado, en una captura de la televisión cubana. / EFE
Aunque
se han intentado muchos esquemas para clasificar a la oposición
cubana, la mayoría de los estudios se ha enfocado en las tendencias
políticas de los grupos que la conforman. Algunos analistas han
establecido divisiones de corte generacional, entre opositores
históricos y otros actores mucho más jóvenes. Sin embargo, en la
práctica no son los colores políticos ni las edades los que
diferencian –más marcadamente- a las disímiles asociaciones
disidentes.
El informe oficial
Causas. El
Ministerio del Interior cubano atribuye al conductor el accidente en
el que murió Oswaldo Payá: “exceso de velocidad” —120
kilómetros por hora en una zona limitada a 60—; falta de atención
al control del vehículo e “incorrecta” aplicación de los
frenos.
La
viuda. Ofelia
Acevedo no acepta el informe oficial y reclama una entrevista con
los supervivientes, el español Ángel Carromero y el sueco Jens
Aron Modig.
Un
punto clave resulta la legitimidad que le otorgan al Gobierno de Raúl
Castro en sus agendas y en sus propuestas de cambio. Una parte
sostiene que un posible diálogo con las autoridades lograría un
camino no violento hacia la transición. Dentro de esta línea se
inscriben figuras destacadas como José Daniel Ferrer -presidente de
la Unión
Patriótica de Cuba-
quien considera que “el diálogo es posible pero desde una posición
de fortaleza de la sociedad civil”. Otros, por su parte,
descalifican cualquier intento de pacto con el régimen, basando su
postura en que éste no ha sido votado por el pueblo en un proceso
electoral libre y directo. Consideran al Partido Comunista como a un
secuestrador de rehenes con el cual no se debe –bajo ningún
concepto- negociar. Pactar o derrocar, parecen ser las dos antípodas
alrededor de las cuales se definen las actuales fuerzas opositoras.
El
embargo norteamericano también constituye un parte aguas que define
posturas y plataformas. Dentro de la Isla muchos disidentes sostienen
que deben mantenerse las restricciones económicas para asfixiar
materialmente al gobierno. Aseguran que permitir un comercio fluido
con Estados Unidos o autorizar los viajes de los norteamericanos a
Cuba, sería como oxígeno fresco que haría ganar fuerza al General
Presidente. José Luis García (Antúnez), líder opositor del centro
de la Isla es uno de los principales abanderados de esta postura.
Llegar al pueblo, el gran reto
A
la disidencia cubana le está negada la posibilidad de acceder a los
medios masivos de comunicación. Eso limita significativamente la
capacidad de difundir sus propuestas y programas políticos. En lugar
de permitirles al menos un minuto frente al micrófono, el gobierno
de Raúl Castro utiliza la televisión y la prensa oficiales para
acusarlos de “asalariados del Imperio” o “grupúsculos sin
importancia”. Objeto frecuente de estas lapidaciones mediáticas
han sido el activista de derechos humanos Elizardo Sánchez, la líder
opositora Martha Beatriz Roque, el laico católico Dagoberto Valdés
y el propio grupo de las Damas de Blanco.
Desde
diferentes perspectivas, estos actores sociales podrían ser claves
en los años venideros. Junto a varios proyectos de promoción socio
cultural como el dirigido por Antonio Rodiles, que atrae incluso a
personas involucradas con instituciones estatales. Acompañar ese
accionar con una constante labor informativa se vuelve vital, de ahí
la importancia que irán ganando los periodistas independientes y los
blogueros alternativos.
En
el actual escenario, la
muerte de Oswaldo Payá abre
una interrogante sobre el futuro del Movimiento Cristiano Liberación,
que cuenta con numerosos miembros a lo largo de toda la isla. Que
esta fuerza política logre sobrevivir al fallecimiento de su
fundador, mostraría también la madurez de toda la oposición
cubana. Por otro lado, Raúl Castro se ha adueñado de algunos puntos
que conformaban la agenda de sus adversarios políticos. La apertura
a la pequeña empresa privada, la posibilidad de comprar y vender
casas o autos y la entrega en usufructo de tierras ociosas, conforman
parte de las medidas que el Gobierno ha implementado en los últimos
cuatro años. Tal panorama obliga a los grupos opositores a trazarse
nuevos horizontes y a redefinir sus propuestas.
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