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La gran prensa: ¿está con los castristas o con los anticastristas? (La “guerrita” de los Editoriales)
Emilio Ichikawa
Los dos grupos dominantes en la dicotomía política cubana, el gobierno de La Habana y los funcionarios cubanoamericanos electos, se quejan de que la gran prensa (norteamericana e internacional) beneficia al contrario.
Lo cierto es que ambas partes son protegidas y usadas por enormes monopolios informativos globales. Sin contar que ellas mismas tienen a su disposición poderosas redes mediáticas que van desde transnacionales televisivas hasta blogs y comentaristas en redes sociales.
A pesar de esta evidencia, el lamento recobró fuerzas cuando el sábado 11 de octubre (2014) The New York Times subió el Editorial “Tiempo de Acabar el Embargo de Cuba”.
El Editorial fue acogido por los revolucionarios de la isla con un regocijo que no cesa; mientras los anticastristas se auto victimizaban adjudicando a The New York Times una (por lo menos) debatible tendencia procastrista con origen pre-1959.
Sobre el supuesto castrismo de The New York Times, así como del ocasionalmente atribuido a El Herald de Miami y a la propia emisora Radio Martí, ha sido fluctuante. Como corresponde a los medios de prensa que, una vez metidos en la política, deben mover sus intereses al son de la misma.
De hecho vale preguntar: ¿Es cierto que el Editorial “Tiempo de Acabar el Embargo de Cuba” es procastrista? Veamos algunas de las críticas que el Editorial de The New York Times trae sobre el sistema/régimen de La Habana:
-“El gobierno autoritario sigue acosando disidentes”
-“muchos aún temen las repercusiones de hablar francamente”
-“una nueva ola migratoria de cubanos desesperanzados que están viajando a Estados Unidos en balsas”
-“La Habana no ha explicado la sospechosa muerte del activista político Oswaldo Payá” (ETC.)
No es mucho, pero cualquiera puede entender que la agenda despeja momentáneamente la sospecha de ser cómplice de la dictadura.
Por otra parte es obvio que esas mismas acotaciones lo hacen un mal Editorial. Y un hipócrita Editorial. Malo porque la incorporación de excusas para apaciguar sectores anticastristas lo hacen demasiado extenso (desconcentrado) en su género. E hipócrita porque esas objeciones al régimen/sistema de Castro están pujadas de oficio; con muy baja probabilidad de que a los autores del texto les importe realmente.
Como quiera, es evidente que el Editorial de The New York Times no es parte de una conspiración procastrista. Y de eso, en medio de los aplausos de los epígonos de izquierda, se percató Fidel Castro quien en un artículo en Granma titulado “Lo que no podrá olvidarse nunca” (Octubre 14, 2014), se le posicionó con cierto desdén.
Como prueba del trajín que hay con la aguerrida pero inocente opinión pública cubana, la gran prensa norteamericana dio otro paso. Para que a los anticastristas “duros” se les pasara el disgusto, The Washington Post equilibra la balanza despachando un Editorial de consolación que es un “contra” (no exactamente un “anti”) del Editorial de The New York Times. Así todo el mundo está contento. Eleditorial de The Washington Post se titula “Cuba should not be rewarded for denying freedom to its people” (Octubre 20, 2014).
El Editorial de The New York Times no es el resultado de la complicidad con Castro: es la conclusión necesaria del tipo de anticastrismo de la administración Obama, del Departamento de Estado, de la USAID, de la SINA y de los nuevos disidentes en su órbita desde el 2008. Con todo su atajo de blogs, congresos, coloquios, conferencias magistrales, etc.
Se trata de una variante de anticastrismo que, como es lógico, reproduce las principales características de su gran motivador: el Presidente Obama. Un anticastrismo inexperto, errático y por momentos inconsciente en política internacional, obsedido por la opinión pública, inconcluyente en sus decisiones… Pero, ¿le mintió la administración Obama a la comunidad cubanoamericana respecto al tipo de anticastrismo que se traía entre manos? No. ¿Le impuso a la fuerza el Presidente a los cubanos de Miami figuras hechas a su medida como Yoani Sánchez o Guillermo Fariñas? Tampoco.
En Miami hubo personas que alertaron sobre el desencadenamiento de ese proceso que rompió decididamente en el 2007-08 y tuvo un punto de llegada crucial en el Editorial del sábado 11 de octubre (2014) en The New York Times. Pero el anticastrismo obamiano tiene un ingrediente capaz de rendir al más imperturbable de los cubanos: Es popular, vistoso, gregario… Y fue así que personas que hoy mismo se quejan de los pactos que asoman con el gobierno de La Habana, se dejaron seducir por la “intervención” o toma de Miami por la pastelería política. Hasta una organización emblemática de la línea dura, como es el Consejo por la Libertad de Cuba (CLC), premió a la disidente insignia de la administración Obama. Y tanto Diego Suárez como Ninoska Pérez Castellón exaltaron a esa “nueva” oposición cubana, que no es más que el forro de la coartada demográfica para la política que propone el Editorial de The New York Times.
-IMAGEN: Ninoska Pérez Castellón, Alberto Hernández y Diego Suárez portan la Medalla a los Héroes por la Libertad de Cuba entregada a Yoani Sánchez: clc
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