sábado, 21 de febrero de 2009

ADIOS SU MAJESTAD DE MIAMI

Valeriano Weyler
Foyo Google internet
Los reyes de España en Miami (febrero 2009)
Foto AP - Alan Díaz

El rey y el Testaferro
Foto internet







Mi padre Matias Prieres nació en Asturias España. Fue para Cuba, y allí levantó una bonita familia cubano-española. El comunismo lo hizo regresar -acompañado de los suyos- a la tierra natal después de estar sesenta años ausente. Solamente vivió un año. No pudo resistir el trasplante. Tenía 84 años al fallecer.

ADIOS SU MAJESTAD DE MIAMI
(fEBRERO-2009).

Por Manuel Prieres

Otra vez ha pasado usted por Miami, y no ha tenido -una vez más- palabras para los cubanos exiliados que formamos parte de un conglomerado afincado en estas tierras sud floridanas por más de cincuenta años.

Es como si no existiéramos para usted.

Eso sí. De quien usted nunca se ha olvidado es de Fidel Castro. Ese mismo Fidel Castro y su comunismo que hace medio siglo determinó condenar a un pueblo a vivir sumido en el despojo, perpetuas carencias, contingencias, tribulaciones y falta de libertades, mientras se dio el lujo de destinar a los cuatro vientos recursos, cobijas, adiestramientos, economías, inteligencias, en pos de la utopía revolucionaria... Tres generaciones sacrificadas por un sucio "internacionalismo".

Majestad: En estos días que usted ha recibido tantos presentes quiero hacerle llegar el mío. Una vieja historia que tuvo lugar en la Cuba colonial (1896-1897) siendo "Capitán General" de la isla Valeriano Weyler.

Nombrado capitán general de Cuba en febrero de 1896 por Cánovas del Castillo, sustituyó al general Martínez-Campos, con órdenes de zanjar los intentos independentistas por la fuerza de las armas. En el breve período de tiempo que ocupó esta capitanía general no consiguió frenar el avance de los independentistas, y por el contrario le granjeó a España la enemistad de la opinión pública de los Estados Unidos, ya que ordenó el encierro forzoso a la población rural del occidente cubano en campos de reconcentración, hecho conocido en la historia como la Reconcentración de Weyler.

La proclama que daba inicio a la reconcentración decía:

1. Todos los habitantes de las zonas rurales o de las áreas exteriores a la línea de ciudades fortificadas, serán concentrados dentro de las ciudades ocupadas por las tropas en el plazo de ocho días. Todo aquel que desobedezca esta orden o que sea encontrado fuera de las zonas prescritas, será considerado rebelde y juzgado como tal.

2. Queda absolutamente prohibido, sin permiso de la autoridad militar del punto de partida, sacar productos alimenticios de las ciudades y trasladarlos a otras, por mar o por tierra. Los violadores de estas normas serán juzgados y condenados en calidad de colaboradores de los rebeldes.

3. Se ordena a los propietarios de cabezas de ganado que las conduzcan a las ciudades o sus alrededores, donde pueden recibir la protección adecuada.
El plan de Weyler, al alejar a los campesinos de sus tierras, resultó en la pérdida de las cosechas, provocando una hambruna generalizada, que unida a las enfermedades provocadas por las pésimas condiciones de salubridad en los campos, terminaron diezmando a la población. La situación se complicaba a medida que avanzaba la guerra. Los sufrimientos y calamidades aumentaban por la irregular forma de vida en barracones, almacenes o refugios abandonados, durmiendo en patios o a la intemperie, en condiciones higiénicas deplorables, y sin acceso suficiente a alimentos.

Es difícil determinar con certeza la cantidad de personas reagrupadas como consecuencia de las órdenes dictadas por Weyler. Se estima que para diciembre de 1896 unos cuatrocientos mil cubanos no combatientes se catalogaban como reconcentrados en lugares escogidos o no con ese objetivo. Más difícil aún es establecer las cifras exactas de fallecidos, pero se estima que entre 750.000 y 1.000.000 de cubanos murieron en los campos de concentración creados por Valeriano Weyler, aunque algunas fuentes más conservadoras establecen la cifra en algo más de 300.000. Aún antes de terminada la guerra cubana, los muertos caídos en el campo de batalla, por las enfermedades y la reconcentración decretada por Weyler, ascendían aproximadamente a la tercera parte de la población rural de Cuba.

La reconcentración acabó hacia marzo de 1898, en pro de la nueva política pacifista propiciada por el general Ramón Blanco y Erenas e impuesta por las circunstancias.

A continuación unas fotos sobrecogedoras como pruebas irrefutables del "Politicidio" de Weyler en la Cuba colonial:

Campesinos cubanos reconcentrados en barracones (1896-1897)
Dos cubanas reconcentradas Cuba -1896-1897)
Cuba 1896-1897
Niños campesinos cubanos reconcentrados en un orfanato (Cuba-1896-1897)
La Cruz Roja USA atendiendo a los reconcentrados (Cuba:1896-1897)
Montaña de osamentas en el cementerio de Colón La Habana (1896-1897)
como consecuencia de la reconcentración de Valeriano Weyler.

Nota estas fotos de archivos gracias a la cortesía del profesor Antonio De La Cova.


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