Foto Villagranadillo
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Carta abierta a los artistas cubanos en Miami
Por Vicente Escobal
Los regímenes totalitarios suelen hablar o actuar en nombre de algo o de alguien, generalmente del pueblo. Yo, gracias le doy a Dios por ello, estoy exento de ese vicio. Por eso no les escribo en nombre de nadie. Me siento lo suficientemente libre como para expresar mis pensamiento.
Tal vez algunas de las ideas de esta carta no resulten agradables a mis compatriotas del exilio. Si es así lo lamento y les ruego me perdonen.
Empezare por decirles que yo no tengo absolutamente nada contra de ustedes en el orden personal. Sería absurdo de mi parte enfrascarme en una estéril discusión acerca del tamaño de la boca, la nariz, el color de la piel, las preferencias sexuales, el tono de la voz o el poco carisma de alguno de ustedes. Esas frivolidades se las dejo a faranduleros y paparazis . Mis convicciones van más allá.
Pero lo que si tengo son muchísimas cosas contra ustedes en el plano ético, filosófico, político e ideológico.
Frecuentemente concedo a mis adversarios el beneficio de la duda. Esa es una virtud aprendida de la democracia. Por eso cuando ustedes llegan al exilio no me interesa saber cuáles vínculos tuvieron con la Seguridad del Estado, a cuantos colegas delataron o de qué forma lograron escalar la fama en aquel sistema donde “con la revolución todo y contra la revolución nada”.
Lo que si me enoja y preocupa es la actitud de ustedes. Lo que si analizo es el pensamiento y las ideas de ustedes
Muchos piden que les pellizquen porque creen que están soñando. Y los entiendo. Este mundo de la tecnología es fabuloso. Yo mismo pedí que me pellizcaran cuando camine por primera vez, hace ya algunos años, por las instalaciones del aeropuerto de Miami o cuando visité los Parques de Disney.
El pueblo de Cuba tiene muchas heridas, tanto los de aquí como los de allá. Yo se que la mayoría de ustedes no habían nacido cuando Fidel Castro llegó al poder y sé que la versión de la historia que les enseñaron en la escuela ha sido tendenciosamente manipulada. Por eso a veces los entiendo, al margen de mis enojos.
Y los entiendo porque ustedes tienen también sus heridas y sus cicatrices. Ustedes han tenido que transitar por un camino muy difícil, un camino que llega a cambiar la autenticidad y a adulterar los principios. Ustedes se han visto en la dolorosa necesidad de aceptar que gracias a Fidel Castro han alcanzado la fama y el reconocimiento. Eso, desde mi punto de vista, es muy triste. Pero eso fue lo que le enseñaron. Ustedes forman parte de ese ejército de agradecidos que marcha al ritmo de la esquizofrenia totalitaria. A ustedes les impidieron mirarse por dentro, aceptar sus vocaciones, congratularse por ese talento que Dios le concedió.
Ustedes no saben absolutamente nada de las atrocidades cometidas por aquel sistema. Ustedes no conocen los campos de concentración, los paredones de fusilamiento, los numerosos cubanos asesinados por su ideología democrática. A ustedes les inocularon el veneno de la repulsión hacia el exilio, haciéndoles creer que somos una horda de salvajes.
Pero sepan que cuando vamos a un acto de protesta frente a algunos de los lugares donde ustedes se presentan aquí en Miami lo hacemos exclusivamente impulsados por nuestra conciencia. Ninguna institución oficial nos organiza ni nos convoca. Ningún agente de los servicios especiales de Estados Unidos nos entrena. Y les digo más: muchos estadounidenses no comparten nuestra ideas ni nuestro dolor.
El exilio cubano está integrado por santiagueros, camagüeyanos, habaneros, pinareños, villaclareños y matanceros. Gente decente y trabajadora. Nuestras mujeres no son “reparteras” ni “chancleteras”.
Son tan cubanas como las de allá, con la única diferencia de que son libres y lo mismo pueden aplaudirlos o censurarlos a ustedes. Muchas de ellas perdieron a sus seres queridos, por eso se vuelven leonas cuando las agreden. Pero viven en un país democrático donde la simulación no es necesaria, donde lo único que interesa es la actitud ante la vida y no la sumisión a ningún partido o ideología.
Yo se que los artistas son polémicos e incluso extravagantes. Yo se que la polémica, en el mundo del arte, es parte de la promoción y la divulgación. Yo se que a la mayoría de ustedes les fascinan los escándalos y las controversias, e incluso se fabrican algarabías. Por eso muchas veces quiero pensar que todo este barullo es pura propaganda, porque de lo contrario los medios no les dedicarían tantos espacios.
Por último deseo confesarles algo: Me mortifica que el talento de ustedes lo hayan puesto al servicio de una tiranía. Se los digo desde el fondo de mi alma. Ustedes son personas creativas, nacidas para llevarle felicidad a sus semejantes. Ustedes son capaces de hacer que el dolor y las angustias desaparezcan gracias a ese diluente mágico que es el mundo del espectáculo. Pero esa felicidad y esa magia deben poseer y promover, por sobre todas las cosas, el valor de la dignidad.
Por Vicente Escobal
Los regímenes totalitarios suelen hablar o actuar en nombre de algo o de alguien, generalmente del pueblo. Yo, gracias le doy a Dios por ello, estoy exento de ese vicio. Por eso no les escribo en nombre de nadie. Me siento lo suficientemente libre como para expresar mis pensamiento.
Tal vez algunas de las ideas de esta carta no resulten agradables a mis compatriotas del exilio. Si es así lo lamento y les ruego me perdonen.
Empezare por decirles que yo no tengo absolutamente nada contra de ustedes en el orden personal. Sería absurdo de mi parte enfrascarme en una estéril discusión acerca del tamaño de la boca, la nariz, el color de la piel, las preferencias sexuales, el tono de la voz o el poco carisma de alguno de ustedes. Esas frivolidades se las dejo a faranduleros y paparazis . Mis convicciones van más allá.
Pero lo que si tengo son muchísimas cosas contra ustedes en el plano ético, filosófico, político e ideológico.
Frecuentemente concedo a mis adversarios el beneficio de la duda. Esa es una virtud aprendida de la democracia. Por eso cuando ustedes llegan al exilio no me interesa saber cuáles vínculos tuvieron con la Seguridad del Estado, a cuantos colegas delataron o de qué forma lograron escalar la fama en aquel sistema donde “con la revolución todo y contra la revolución nada”.
Lo que si me enoja y preocupa es la actitud de ustedes. Lo que si analizo es el pensamiento y las ideas de ustedes
Muchos piden que les pellizquen porque creen que están soñando. Y los entiendo. Este mundo de la tecnología es fabuloso. Yo mismo pedí que me pellizcaran cuando camine por primera vez, hace ya algunos años, por las instalaciones del aeropuerto de Miami o cuando visité los Parques de Disney.
El pueblo de Cuba tiene muchas heridas, tanto los de aquí como los de allá. Yo se que la mayoría de ustedes no habían nacido cuando Fidel Castro llegó al poder y sé que la versión de la historia que les enseñaron en la escuela ha sido tendenciosamente manipulada. Por eso a veces los entiendo, al margen de mis enojos.
Y los entiendo porque ustedes tienen también sus heridas y sus cicatrices. Ustedes han tenido que transitar por un camino muy difícil, un camino que llega a cambiar la autenticidad y a adulterar los principios. Ustedes se han visto en la dolorosa necesidad de aceptar que gracias a Fidel Castro han alcanzado la fama y el reconocimiento. Eso, desde mi punto de vista, es muy triste. Pero eso fue lo que le enseñaron. Ustedes forman parte de ese ejército de agradecidos que marcha al ritmo de la esquizofrenia totalitaria. A ustedes les impidieron mirarse por dentro, aceptar sus vocaciones, congratularse por ese talento que Dios le concedió.
Ustedes no saben absolutamente nada de las atrocidades cometidas por aquel sistema. Ustedes no conocen los campos de concentración, los paredones de fusilamiento, los numerosos cubanos asesinados por su ideología democrática. A ustedes les inocularon el veneno de la repulsión hacia el exilio, haciéndoles creer que somos una horda de salvajes.
Pero sepan que cuando vamos a un acto de protesta frente a algunos de los lugares donde ustedes se presentan aquí en Miami lo hacemos exclusivamente impulsados por nuestra conciencia. Ninguna institución oficial nos organiza ni nos convoca. Ningún agente de los servicios especiales de Estados Unidos nos entrena. Y les digo más: muchos estadounidenses no comparten nuestra ideas ni nuestro dolor.
El exilio cubano está integrado por santiagueros, camagüeyanos, habaneros, pinareños, villaclareños y matanceros. Gente decente y trabajadora. Nuestras mujeres no son “reparteras” ni “chancleteras”.
Son tan cubanas como las de allá, con la única diferencia de que son libres y lo mismo pueden aplaudirlos o censurarlos a ustedes. Muchas de ellas perdieron a sus seres queridos, por eso se vuelven leonas cuando las agreden. Pero viven en un país democrático donde la simulación no es necesaria, donde lo único que interesa es la actitud ante la vida y no la sumisión a ningún partido o ideología.
Yo se que los artistas son polémicos e incluso extravagantes. Yo se que la polémica, en el mundo del arte, es parte de la promoción y la divulgación. Yo se que a la mayoría de ustedes les fascinan los escándalos y las controversias, e incluso se fabrican algarabías. Por eso muchas veces quiero pensar que todo este barullo es pura propaganda, porque de lo contrario los medios no les dedicarían tantos espacios.
Por último deseo confesarles algo: Me mortifica que el talento de ustedes lo hayan puesto al servicio de una tiranía. Se los digo desde el fondo de mi alma. Ustedes son personas creativas, nacidas para llevarle felicidad a sus semejantes. Ustedes son capaces de hacer que el dolor y las angustias desaparezcan gracias a ese diluente mágico que es el mundo del espectáculo. Pero esa felicidad y esa magia deben poseer y promover, por sobre todas las cosas, el valor de la dignidad.
A sus seguidores mi respeto. A sus adversarios mi comprensión y mi solidaridad. Soy parte de ellos.
Miami, Florida
Febrero 2, 2009
1 comentario:
vicente escobal ha expreasdo de una
forma extraordinaria su sentir,,
lo respetto y lo admiro, no obstante estoy en desacuerdo,,en cincuenta y un año de aplastar los
otros artistas o escritores etc etc
no justifica el desconocimiento de la realidad de nuestra historia, y mucho menos , gracias a fidel soy
cantante o poeta o escritor o lo que sea,, y màxima llegar acà y de forma desagradable , por no decir falta de hombrìa, llamar a la mujer
cubana,,,la de camaguey, la de santiago y de guantànamo, que te olvidaste, y serìa mejor decir
de Cuba, y llamarlas
''chancleteras'''
a pròposito la chancleta era tìpico en cuba,,, pero , claro està
ellos pretenden no saber la historia de Cuba, es muy posible
que digan que josè Martì naciò en
la sierra maestra y antonio maceo
en caracas, venezuela,,
no me interesa que hayan sido
g2 o sicarios, lo que me interesa
que tengan la dignidad,, ,que veo
no la tienen ''' de pisotear
con verborragia de insultos, a un
exilio, que nunca tuvo la oportunidad como ellos de ser artistas escritores etc etc
por la simple razòn,,
que no se vendieron
la conciencia del ser humano
no tiene precio,,, nosotros
tenemos conciencia,no precio
con todo respeto
diego
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