Este domingo, compartió con DIARIO DE CUBA criterios sobre asuntos como el diálogo entre cubanos y el perdón, mientras en la Asamblea Nacional del Poder Popular el discurso del general Raúl Castro daba a entender que en la Isla el sistema represivo se mantendrá intacto.
¿Cree que la excarcelación de presos políticos constituye un cambio?
Es un gesto humanitario y de flexibilización del régimen, pero no un cambio. Habrá un cambio cuando las leyes que permiten encarcelar a personas por su libertad de expresión y asociación sean abolidas. Pueden ser excarcelados los 52, los 115 que quedan, pero si mañana la venalidad de nuestros gobernantes considera que debe haber 75 más, veremos encarcelamientos nuevamente.
Considero que no va a haber cambios en Cuba hasta que se modifiquen esas leyes, o por lo menos hasta que el gobierno se comprometa a estudiar esas leyes para modificarlas.
¿Debe cambiar la Posición Común de la Unión Europea respecto al régimen de La Habana?
La Posición Común fue adoptada por los gobiernos europeos en 1996, cuando no existía el Grupo de los 75 ni había ocurrido esa desgracia que fue la Primavera Negra de 2003. Se aprobó para que el gobierno cubano cumpliera y diera pruebas de avances en el respeto de los derechos humanos, y yo pienso que eso no está ocurriendo. Por tanto, no debe ser levantada la Posición Común de la Unión Europea.
Conciliador, al término de su huelga de hambre, usted declaró que no había vencedores ni vencidos. Pero con el envío a España de los presos políticos, ¿no sale el gobierno con la mejor parte?
Hay un factor más importante que el sólo observado desde ese punto de vista. Realmente considero que no hay vencedores ni vencidos porque, en primer lugar, el gobierno debió aprender a lidiar y a ser flexible con la parte de la ciudadanía que se le enfrenta pacíficamente en los temas políticos. Pienso que esa es una victoria para el gobierno cubano, que mostró flexibilidad, pero creo que también la oposición pacífica fue vencedora porque aprendió que, con métodos de reclamos ciudadanos, coherentes, bien estructurados, buscando el apoyo de la opinión pública internacional, el gobierno cubano se ve en la necesidad de hacer gestos humanitarios como estos.
Usted es psicólogo, sabe cómo funcionan los métodos de psicología social y de propaganda en los regímenes totalitarios. ¿Qué pudiera hacerse para que la gente diga "basta, queremos libertad" y comience a ejercitar sus derechos.
Creo que debe haber una cuota de valor personal en cada ciudadano. Hay que atreverse a perder los privilegios que se tengan. Y pongo el ejemplo del politólogo y académico Esteban Morales, quien fue capaz de hacerlo; estaba cercano a la nomenclatura y fue capaz de mantener un discurso coherente. Ha perdido sus privilegios, pero no su dignidad.
La otra cuestión es que estos cubanos que se deciden a dar esos pasos tienen que saber que cuentan con la solidaridad de los gobiernos, parlamentos, de los partidos políticos y de los intelectuales del mundo. La del exilio es una solidaridad que puede ser espiritual, pero que también debe ser material, para que el gobierno deje de ser ese ente hegemónico desde el punto de vista económico. Piense que mucha gente no da ese paso porque teme que su familia pase más precariedad de la que tiene ahora.
¿Concibe al gobierno y a la disidencia cubana sentados a una mesa de negociaciones?
Yo pienso que sí, que detrás de la nomenclatura hay personas que, independientemente de sus posiciones políticas, son ante todo patriotas y, mientras se piense en la patria, se puede comprender que hay que sentarse a conversar. Mientras se piense en la ideologías, todos pretenderán ser dominantes.
A su juicio, ¿qué entorpecería ese ejercicio democrático?
Las personas más radicales dentro de la nomenclatura cubana, que no quieren ceder un ápice del poder que poseen. También hay que reconocer que hay personas dentro de la oposición que no quieren ningún tipo de diálogo con el gobierno.
Por estos días Fidel Castro está en escena. ¿Qué opinión tiene de tal reaparición?
Mi opinión es que persigue varios objetivos. En primer lugar, trata de robarle espacio dentro de las noticias a la excarcelación y a las opiniones de los presos políticos que están en libertad. Ante los medios de prensa de las sociedades democráticas, ellos son testigos excepcionales de lo que ocurre dentro de las prisiones y en la sociedad cubana, después de siete años de prisión. Fidel Castro es noticia cada vez que sale, es el último dinosaurio de la Guerra Fría, indiscutiblemente es una personalidad histórica, y está utilizando eso para robar protagonismo.
En segundo lugar, intenta enviar un mensaje a la parte más radical de las instituciones armadas del país, diciéndoles que él está al frente de todo, y que Raúl Castro cuenta con su apoyo.
Otro objetivo de sus numerosas apariciones es un mensaje tranquilizador hacia los beatos de la izquierda radical en cualquier parte del mundo.
En cuarto lugar, estaría tratando con su presencia de desacelerar los cambios que están por hacerse. Creo que está tratando de alargar las negociaciones y posponer las concesiones que el gobierno tendrá que hacer a sus detractores, tanto dentro como fuera de Cuba. Por eso nosotros tenemos que luchar para que el tiempo sea lo más corto posible.
Precisamente, para intentar acortar esa profunda crisis que no sólo es económica, sino también moral y ética, ¿qué mensaje le enviaría a los cubanos y en particular a los intelectuales?
Partiendo de que un intelectual, si en verdad lo es, tiene seguidores, su deber es crear ideas, difundir opiniones. Luego el mensaje que les enviaría a los intelectuales cubanos, e incluso a los de cualquier parte del mundo, es que en estos momentos hay que pensar en Cuba, en la patria, en la nación, no en las ideologías, porque si pensamos en las ideologías no podremos hacer una transición sin derramamiento de sangre ni perdón. Eso es lo fundamental para que esta nueva revolución que se acerca no se parezca a la de 1959, donde todo fue sangre y venganza.
Nosotros tenemos que ser superiores a los que tomaron el poder en el 59, superiores al saber perdonar para crear. Eso marcaría la diferencia en nuestra transición pacífica.
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